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Leyendo Rayuela

Leyendo Rayuela

Una de las obras maestras de la literatura latinoamericana, Rayuela de Julio Cortázar, tiene una característica muy peculiar: sus 155 capítulos pueden ser leídos en varios órdenes distintos. Cortázar mismo sugiere un par de esos órdenes, pero al menos en teoría la novela puede ser leída en cualquier orden que el lector prefiera.

100,000 Strong in the Americas, ¿qué podemos esperar?

“When we study together, we learn together, we work together and we prosper together.” President Barack Obama, May 2013, Mexico City.

“Cuando estudiamos juntos, aprendemos juntos, trabajamos juntos y prosperamos juntos.” Presidente Barack Obama, Mayo 2013, Ciudad de México.

Históricamente la relación entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de América ha sido compleja y ha estado moldeada por lazos políticos, de negocios, culturales y familiares. El intercambio demográfico actual en la región es tan grande que la población hispana de los Estados Unidos de América ha superado los 50 millones de personas, haciéndolo el país con más hispanohablantes después de México. Sin embargo, intercambio demográfico no necesariamente significa un óptimo intercambio cultural e ideológico y aún hay un gran trabajo conjunto por hacer para impulsar la cooperatividad y el crecimiento en la región.

En la visita más reciente del Presidente Barack Obama a nuestro país, un tema importante en la agenda de discusión fue el programa 100,000 Strong in the Americas (100,000 Fuertes en las Américas), cuyo propósito principal es impulsar la movilidad de estudiantes no sólo entre los Estados Unidos de América y México, sino en todo el continente. Este programa pretende atraer a 100,000 estudiantes latinoamericanos a estudiar en EUA, mientras 100,000 estudiantes estadounidenses van a estudiar a Latinoamérica anualmente, con el objetivo final de lograr una mejor integración social, cultural y comercial en el continente. Este programa será financiado por el Gobierno de los Estados Unidos de América, la Asociación de Educadores Internacionales (NAFSA), gobiernos de países latinoamericanos, universidades y el sector privado.

¿Por qué es necesario un plan como este? La población del continente americano alcanza cerca de los 1,000 millones de habitantes (México: ~120 millones; Estados Unidos de América: ~300 millones) y se proyecta que para 2050 la población del continente rebase los 1,250 millones. Este crecimiento demográfico demanda soluciones innovadoras a problemas en sectores como salud, medio ambiente, educación, migración, seguridad, entre otros.

Actualmente existen diversos esfuerzos por crear soluciones a los problemas conjuntos de las Américas, pero a pesar de la cercanía geográfica aún hay grandes puentes que tender para lograr un entendimiento más profundo de la diversidad cultural. Esta vasta diversidad ideológica y cultural enriquece al continente pero al mismo tiempo hace que sea complicado crear políticas que funcionen y sean efectivas en toda la región. Estas soluciones sólo serán producto de trabajo en equipo entre los futuros líderes e innovadores de las naciones americanas. Facilitar el intercambio académico y cultural entre estos jóvenes futuros líderes los ayudará a comprender de manera más integral estos problemas, compartir ideas y crear soluciones para los mismos.

Sin duda las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (las famosas áreas “STEM” por sus siglas en inglés: science, technology, engineering and mathematics) serán de vital importancia en este programa y para el futuro desarrollo del continente.

¿Quién se beneficiará de un programa como este? En el corto plazo, los jóvenes estudiantes. La experiencia de estudiar en el extranjero crea una nueva forma de percibir tus raíces, un sentido de responsabilidad por volver a casa y ayudar a quienes están ahí. En el mediano y largo plazo: los países participantes en este programa, pues habrá una red de profesionales pensando en los problemas de estos países desde una perspectiva global, con ideas provenientes de todo el continente, buscando la manera de colaborar para crecer juntos. Se espera que el intercambio comercial en América crezca como resultado de esta iniciativa y de esta forma el sector privado también resultaría beneficiado, impulsando el crecimiento económico del continente.

Este intercambio académico traerá consigo intercambio de ideas e impulsará la cooperación. Los lazos de amistad creados a partir de la movilidad de estudiantes dentro del continente fortalecerán los lazos humanos en las Américas, sin duda indispensables para el crecimiento de nuestro continente. Durante la etapa de estudios universitarios se crea una manera de pensar y abordar problemas, la movilidad estudiantil creará una mente multicultural entre los estudiantes de las Américas, se fomentarán amistades entre personas de diferentes países, estos lazos traerán un mayor intercambio comercial, cultural y de valores para el continente.

¿Qué debe hacer México? Creo que la respuesta es simple, hacer lo que nos corresponde de la mejor manera. Si eres estudiante: estudia; en México o en el extranjero, donde estés hazlo lo mejor posible, no hay más. A los líderes políticos, apoyar e impulsar programas como este, facilitar los medios para que más estudiantes mexicanos se beneficien de esta iniciativa. Los profesores y académicos, mejorar su desempeño día a día para que las institutions educativas mexicanas sean más atractivas para estudiantes no sólo de Estados Unidos y Latinoamérica, sino de todo el mundo, de esta forma el intercambio académico y cultural será continuado así como los beneficios que lo acompañan.

Si la población hispana en los Estados Unidos actualmente es de más de 50 millones de personas, ¿podrán 100,000 estudiantes latinoamericanos impactar en la forma en que EUA mira a Latinoamérica? Y si la población de toda América es de casi 1,000 millones de personas, ¿podrán 200,000 jóvenes estadounidenses y latinoamericanos mejorar la calidad de vida y proponer soluciones a los grandes problemas del continente? El reto es grande, pero también lo son el liderazgo, la pasión y el talento de los jóvenes de las Américas.

Escrito por Jorge Buendía y publicado originalmente en AILUM

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Acerca del autor

Jorge Eduardo Buendía Buendía es egresado de la Licenciatura en Ciencias Genómicas de la UNAM y actualmente investigador asistente en la Universidad de Edimburgo. Es también co-fundador de la Asociación de Ingenieros Líderes Unidos por México A.C. Sus intereses académicos yacen en la intersección entre matemáticas, computación y biología. De manera paralela se interesa en temas como educación, salud pública y literatura.

Los cazadores del último bosón. A dos años del descubrimiento del bosón de Higgs.

Evento real de detección de un bosón de Higgs en el detector ATLAS del Gran Colisionador de Hadrones. El bosón de la imagen se encuentra decayendo en dos pares de electrones marcados en rojo y azul. ATLAS Experiment © 2014 CERN.  

Hace más de dos años, el 4 de julio de 2012, científicos de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN por sus siglas en inglés) mataron dos pájaros de un tiro: hicieron que Stephen Hawking perdiera una apuesta de cien dólares y pusieron fin a la búsqueda más intensiva de la que la ciencia moderna tiene registro. Esta búsqueda requirió de la construcción del Gran Colisionador de Hadrones (LHC), el complejo científico más grande del mundo con un costo superior a los nueve mil millones de dólares y un equipo de trabajo de más de diez mil científicos e ingenieros de todo el mundo. ¿Qué era lo que buscaban estos físicos con tanto empecinamiento? ¿Qué descubrimiento monumental requería de esfuerzos tan notables por parte de la comunidad científica internacional? Nada monumental, por el contrario, la búsqueda era en pos de algo en un orden de magnitud tan pequeño, que resulta incluso incomprensible. Lo que encontraron fue la última pieza de un rompecabezas llamado Modelo Estándar de las Partículas Elementales, una partícula que daría coherencia a los modelos físicos actuales. La infame, pero popularmente llamada Partícula de Dios: el bosón de Higgs.

 

Un gran descubrimiento… que no sorprendió a muchos

La primera imagen que viene a mi cabeza cuando recuerdo esa primera semana de julio de 2012 es la de un montón de periodistas tratando de explicar al mundo la importancia de un evento científico que sabían era de gran relevancia, pero que en realidad, no comprendían en lo más mínimo. Y es que la física de partículas subatómicas rara vez llega a los titulares, pero este descubrimiento ameritaba todos los reflectores.

Después de más de dos décadas de planeación, construcción y calibración de la instalación experimental más grande y compleja jamás construida, el Gran Colisionador de Hadrones cumplió el objetivo para el que había sido diseñado: la detección de una partícula cuyas características correspondían a las predicciones de lo que se esperaba era el bosón de Higgs.

 

ATLAS. Uno de los detectores multipropósito del Gran Colisionador de Hadrones. Lleva a cabo un amplio rango de labores, desde la búsqueda del bosón de Higgs y extra dimensiones, hasta la detección de partículas generadoras de materia obscura. ATLAS Experiment © 2014 CERN.

 

 

El descubrimiento del bosón corrobora las predicciones teóricas que Peter Higgs, Gerald Guralnik, Richard Hagen, Tom Kibble, Robert Brout y Françoise Englert realizaron en la década de los sesentas –¡la cacería duró cerca de medio siglo!- con respecto a la física de partículas subatómicas. El hallazgo, que le brindó el premio Nobel a Higgs y a Englert, era el último eslabón para que el Modelo Estándar estuviera completo, validando el trabajo de décadas de muchos físicos teóricos. La comunidad científica esperaba con ansias la comprobación de la existencia del bosón, ¡no podía no existir! La alternativa, un escenario mucho más interesante para la ciencia según Stephen Hawking, hubiera implicado el replanteamiento de muchos de los postulados físicos vigentes. La existencia comprobada del bosón de Higgs abre la puerta a nuevas concepciones sobre la forma en la que se comporta nuestro universo y podría ser el parte aguas para superar el Modelo Estándar y dar paso a una “nueva física”.

Se estarán preguntando ¿por qué tanto alboroto?, ¿qué es lo que hace a esta partícula tan especial? o ¿por qué la física moderna dependía de su descubrimiento? Para responder todo esto tenemos que empezar por una pregunta más general… ¿qué demonios es un bosón?

 

La naturaleza cuántica de un bosón

A mediados del siglo pasado, los físicos elaboraron el Modelo Estándar, una ambiciosa colección de ecuaciones y postulados cuyo objetivo es describir el comportamiento de todas las partículas subatómicas y la forma en las que estas interactúan. Es una teoría de casi todo y, aunque no considera elementos como la fuerza de gravedad o la materia obscura, es el modelo más ambicioso de la física moderna.

De acuerdo al Modelo Estándar, todas las partículas pueden ser divididas en dos grupos: los fermiones y los bosones. Los fermiones son las partículas subatómicas que constituyen la materia y se dividen a su vez en quarks (que conforman a los protones y neutrones) y leptones (de los cuales el electrón es el más conocido). Los bosones, por otro lado, son las partículas responsables de las fuerzas fundamentales asociadas a la naturaleza. Los fotones, por ejemplo, son los bosones relacionados con el electromagnetismo; los gluones, se encuentran asociados a las interacciones fuertes de los núcleos atómicos, responsables de que protones y neutrones no se desintegren en un frenesí de quarks; y los bosones W y Z se relacionan a las interacciones débiles, responsables de cambiar las propiedades de los quarks y de otras curiosidades como el decaimiento radiactivo y la fusión nuclear que mantiene al Sol brillando y generando calor para que podamos aprovechar un buen día de playa. Hasta aquí todo “fácil”.

 

¿Qué papel juega Higgs en todo esto?

En el Modelo Estándar bosones y fermiones interactúan alegremente para darle forma al universo como lo conocemos, permitiendo la expansión de las galaxias, la formación de estrellas y la vida en nuestro planeta. Para que esta armonía sea posible, las interacciones entre materia y energía deben ajustarse a ciertas reglas o simetrías. Sin embargo, la evidencia empírica empezó a jugar en contra del modelo: había partículas con más masa de la esperada, fuerzas que actuaban de forma distinta a lo predicho… ¡El caos! ¡Sería necesario reevaluar todos los postulados de la física moderna! ¡Tardaríamos décadas en reconstruir un modelo igual de robusto! O…podríamos intentar balancear el Modelo Estándar tomando en cuenta las anomalías y ver qué pasa.

El postulado teórico que vino a balancear el Modelo Estándar es asombroso. En teoría, el universo estaría embebido en una especie de red –el Campo de Higgs- encargada de suministrar de masa a la materia del universo. ¡Todas las partículas del universo obtienen su masa por la interacción con este campo y el bosón de Higgs es una expresión de esta interacción! ¿Confundidos? Intentemos visualizar lo siguiente. Imagínense que el universo se reduce a la superficie de un –enorme- charco de lodo. Sobre la superficie del charco hay un sinnúmero de canicas, algunas se deslizan sobre la superficie tan rápido que no dejan rastro de su paso y ni siquiera se embarran de lodo, otras cruzan por el charco con menos gracia y no se libran de alguna salpicadura y están aquellas que van rodando sin mayor preocupación y están hechas una porquería. Las primeras canicas corresponden a las partículas que carecen de masa, como los fotones. Las segundas corresponden a fermiones como los electrones y a algunos bosones que tienen masas muy bajas. Las últimas canicas son los quarks, componentes de los protones y neutrones del núcleo de los átomos. En esta pequeña analogía, el campo de Higgs sería el lodo y el bosón de Higgs… ¡las ondas que se forman por la interacción entre las canicas y el lodo!

Explicar el campo y el bosón de Higgs resulta tan complicado que a finales del siglo pasado, el Ministerio de Ciencias del Reino Unido ofreció una botella de champaña de la mejor calidad a aquel que realizara la analogía más sencilla al respecto. El premio se lo llevo David Miller del University College of London. Aquí les dejo una interpretación animada de su solución, esperando que, entre ésta y el lodazal, queden claros los conceptos más generales del campo de Higgs.

 

http://www.youtube.com/watch?v=joTKd5j3mzk

 

A dos años de detectar el bosón

La historia del bosón de Higgs, desde su concepción hasta su descubrimiento, es uno de los mejores ejemplos de cómo debe funcionar la ciencia moderna. Por un lado, nos demostró el poder que tienen las teorías científicas para realizar descripciones y predicciones sobre nuestro universo. Pero también es un recordatorio de que la única forma de validar nuestras ideas, debe ser a través del método científico.

El túnel principal del Gran Colisionador de Hadrones no ha visto muchas colisiones recientemente y, contrario a lo esperado por actores sensacionalistas de opiniones pseudocientíficas, todavía no ha destruido al universo. El mantenimiento es costoso y llevará tiempo. Sin embargo, los datos que se generaron en el complejo durante su periodo operativo siguen siendo analizados y los resultados siguen sorprendiendo a muchos. Hoy se cuenta con evidencia (observen la primera imagen de este artículo) de el decaimiento del bosón de Higgs hacia fermiones (su descubrimiento se basó exclusivamente en el decaimiento a bosones de baja masa) y se tienen más elementos para analizar a fondo la naturaleza del campo de Higgs. Recientemente se presentó el plan de trabajo para los próximos años de los distintos experimentos activos en el LHC.

El Modelo Estándar está completo. Ahora, la labor de la ciencia es terminar de entenderlo y expandirlo con la ayuda de las nuevas evidencias. Seguimos muy lejos de tener una “teoría de todo”, pero no cabe duda que dimos un paso gigante en esa dirección.

 

Cómo publicar un artículo de acceso libre en una revista de acceso restringido

Publicado originalmente en SVPOW por Mike Taylor.

Recientemente tuve una conversación con un amigo que está a punto de publicar su primer artículo. El artículo ya pasó las etapas de revisión y está aceptado en una revista de prestigio y de la vieja escuela. No es una revista de acceso libre (open-access, OA) y mi amigo me pidió consejos para saber cómo podría publicar el artículo bajo el esquema de acceso libre en esta revista.

Tuvimos una discusión fructífera y ambos estuvimos de acuerdo en que podría escribir las conclusiones de esa discusión en este blog.

Para publicar un artículo de acceso libre en una revista de acceso restringido existen varias opciones. La primera opción es pagarle a la editorial para que tu artículo sea de acceso libre. Esa es una opción legítima en las revistas “de acceso libre híbrido” (hybrid OA journals), las cuales en este momento son prácticamente todas las revistas de acceso restringido. Pero incluso cuando la revista te invita a hacerlo, no siempre es posible. En este caso, mi amigo no tiene fondos institucionales disponibles para este rubro y realmente no está en posición de pagar tres mil dólares de su propio bolsillo.

La segunda opción es escribir a la revista diciendo que seleccionaste la opción de acceso libre, pero dado que no tienes financiamiento institucional debes solicitar una exención del pago. ¿Funcionará esta opción? Es imposible decirlo a menos que lo intentes. Algunas revistas tienen una política de “no-hay-exención-de-pago”. Rayos, incluso algunas tienen una política de “siempre concedemos las exenciones, pero no las anunciamos”. Mi idea es que la mayoría no tienen una política al respecto, ninguna en absoluto, pero que los editores (quienes son investigadores en su mayoría) tenderán a ser empáticos y apoyarán tu caso. De cualquier manera, no pierdes nada con solicitar la exención de manera amable.

Si eso falla, la tercera opción es usar el addendum SPARC para autores. Al utilizar este instrumento legal (el cual está disponible gratuitamente), no transfieres los derechos de autor a la editorial -algo que la editorial usualmente requiere- sino que les otorgas un permiso de publicación no exclusivo (lo cual es lo único que necesitan). Esto te otorga la libertad de publicar legal y gratuitamente la versión revisada de tu artículo en cualquier otro sitio: en un portal institucional, en tu página web personal o en cualquier otro lugar. Yo nunca he utilizado este recurso pero he escuchado que es ampliamente aceptado.

Si la editorial es tan intransigente como para rechazar el addendum SPARC, la cuarta opción es dedicar tu manuscrito al dominio público, por ejemplo, publicando en arXiv con la declaración de dominio público de Creative Commons. Una vez que esto está hecho, devuelve la forma de cesión de derechos al editor, diciéndole que no hay derechos de autor que transferir. Las editoriales están acostumbradas a tratar con artículos que no tienen copyright, por ejemplo, cualquier cosa que sea autoría de empleados del gobierno federal de los Estados Unidos está en la categoría de “dominio público”. Sus formularios de derechos de autor usualmente incluyen una sección para declararla libre de derechos o del dominio público.

Finalmente, si por alguna razón todas las tácticas anteriores fallan (si la revista simplemente se rehúsa a otorgarte una exención del pago, no acepta el addendum SPARC y rechaza que el trabajo sea de dominio público a menos que sea escrito por trabajadores del gobierno estadounidense -y si a pesar de su evidente hostilidad hacia la ciencia estás aun interesado en que esa revista acepte tu artículo) entonces tienes una última opción: sigue adelante, cede los derechos, y entonces coloca la versión final en PDF en tu página web personal*. Técnicamente no tienes el derecho a hacerlo, pero históricamente nunca ha sido un problema. Se hace de manera rutinaria, especialmente por profesores de la vieja escuela a quienes nunca, ni por asomo, se les hubiera ocurrido que compartir su propio trabajo podría ser un problema.

Sólo para ser claros, no estoy promoviendo esta última opción. Las cuatro primeras opciones son mejores porque están en completo acuerdo con las leyes de propiedad intelectual. Pero cuando te enfrentas a una editorial que simplemente está determinada a prevenir que tu trabajo sea leído, entonces tienes que plantearte si estás más interesado en respetar el copyright o en hacer lo que es correcto. Esta es la situación con muchos de mis primeros artículos, cuando en mis estúpidos días de juventud cedía la propiedad intelectual a las editoriales sin siquiera pensar en ello. Habiéndome metido en eso, me parece que colocar tales artículos disponibles para el público de cualquier manera posible es la menos mala de todas las opciones. Actualmente, sin embargo, nunca escogería esa opción dado que publico mis artículos exclusivamente en revistas de acceso libre.

En resumen:

La opción cero, que no se discute aquí, es que mandes tu artículo a una revista de acceso libre. Así, ninguno de estos problemas hubiera surgido, pero si ya no estás en posición de hacerlo:

1. Si tienes los recursos, úsalos para pagar a la editorial de manera que tu artículo sea de acceso libre.

2. Solicita una exención del pago.

3. Usa el addendum SPARC para autores para mantener la propiedad intelectual sobre tus trabajos y otorga a la revista una licencia para publicarlos.

4. Haz que tu manuscrito sea del dominio público y dile a la editorial que no puedes transferirles la propiedad intelectual de tu trabajo porque no existe propiedad intelectual en ese trabajo.

5. Si todo lo demás falla, de todos modos, haz que el artículo sea accesible para todo el público*.

* Nota del traductor: El texto menciona explícitamente que publicar el artículo en una web institucional o personal sin permiso de la editorial no es técnicamente legal y Taylor no lo recomienda. Recientemente Elsevier, una de las editoriales más importantes de revistas académicas, emprendió acciones legales contra diversas instituciones por violaciones a los derechos de autor. Para más información leer esta nota.

Acerca del autor: Michael P. Taylor es investigador asociado en el Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Bristol. Es un defensor y promotor del Open Access, Open Source y Open Data. Puedes encontrarlo en twitter como @MikeTaylor

Los anillos de un Centauro

Asteroide-Cariclo  

En la mitología griega, los centauros son seres salvajes con el cuerpo y las piernas de caballo y la cabeza, brazos y torso de humano. Los centauros se asocian comúnmente con un comportamiento irracional y visceral, son animales supersticiosos y miran al cielo con frecuencia para determinar su destino de acuerdo con la posición de los objetos celestiales. Poco saben los centauros descritos por la mitología griega que allí mismo, en el cielo al que miran antes de tomar sus decisiones, existe un grupo de objetos bautizados en su honor. Hablando en términos astronómicos, los centauros son cuerpos celestes que orbitan alrededor del Sol entre las órbitas de Júpiter y Neptuno y cuyo comportamiento se parece a veces al de los asteroides y a veces al de los cometas (la naturaleza híbrida de los centauros griegos está presente). A diferencia de los planetas, los cuales tienen órbitas elípticas definidas, la órbita que siguen los centauros es errática, igual que el errático camino de los centauros mitológicos, debido a la influencia de la gravedad de los planetas.

Uno de los centauros mitológicos más importantes es Queirón, quien se distingue de sus congéneres por ser racional y sabio. Queirón tuvo por esposa a la ninfa Cariclo, quien le ayudó activamente en la educación de dos héroes griegos: Jasón y Aquiles. Y es de Cariclo de quien hablaremos en este blog.

Cariclo y Queirón son los dos centauros (astronómicos) de mayor tamaño conocidos hasta el momento, tienen un diámetro de 250 y 230 Km respectivamente. Comparado con nuestra Luna, Cariclo es aproximadamente 14 veces más pequeño y tarda 63.17 años en completar una vuelta alrededor del Sol. Cariclo fue descubierto en 1997 y durante este tiempo las observaciones realizadas a este centauro fueron desconcertantes, pues a veces se observa una disminución inusual en el brillo que refleja. Además, aunque ya se había detectado la presencia de hielo en este centauro, en algunas observaciones no se detectaba hielo por ningún lado. Cariclo era un misterio y un desafío para los astrónomos, pero esa historia acaba de dar un giro inesperado: un grupo multinacional formado por investigadores de más de diez países formaron una red de observación espacial compuesta por distintos telescopios para observar la ocultación de una estrella debido al paso de Cariclo. Las ocultaciones son fenómenos frecuentes y se refieren a la disminución del brillo de una estrella por el tránsito de un cuerpo opaco entre la estrella y el observador. En este caso se dispuso a una serie de telescopios localizados en América del Sur para observar la ocultación de la estrella UCAC4 248-108672. Los resultados que se obtuvieron fueron sorprendentes, pues además de la disminución del brillo que se esperaba debido al tránsito de Cariclo, se observaron otras cuatro disminuciones en el brillo de UCAC4.

La primera explicación que se puede ofrecer para este resultado es que Cariclo posee cuatro satélites, pero la disminución del brillo de la estrella debido a estos "satélites" sugeriría que existen dos pares de satélites idénticos y que además están perfectamente alineados con Cariclo, lo cual es una explicación muy poco probable. La segunda explicación, la cual es mucho más interesante y probable, es que Cariclo posee dos anillos similares a los que se conocen para Saturno. Hasta ahora, los anillos sólo se conocen para cuatro grandes planetas: Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno y se creía que una condición para la formación de los anillos es que la masa del planeta al que orbitan fuera tan grande que por efecto de su gravedad lograra mantener en órbita alrededor de él a distintos objetos de diámetro minúsculo o incluso partículas de polvo estelar o hielo. Por ello el descubrimiento de los anillos alrededor de Cariclo resulta relevante, pues su tamaño y masa son muy pequeños y contradicen a nuestra idea de que los anillos sólo pueden formarse alrededor de gigantes gaseosos como Saturno. Los anillos de Cariclo poseen un ancho de 6.5 y 3.5 Km y han sido llamados Oiapoque y Chuí, nombre de dos ríos que cruzan Brasil, país de origen de Felipe Braga-Ribera quien es el líder del equipo que realizó el descubrimiento. La presencia de dos anillos, y más específicamente la distancia que separa a estos anillos, sugiere también que Cariclo posee un satélite pequeño, el cual podría actuar como luna "pastora" al confinar y definir a Oiapoque y Chuí.

Ahora bien, de acuerdo con las mediciones de la ocultación de UCAC4, también fue posible proponer que la inclinación de los anillos es tal que algunas veces lo vemos de frente y otras veces de canto. Si el hielo que se ha detectado en Cariclo está contenido en los anillos, esto explicaría por qué el brillo del centauro aumenta y disminuye gradualmente (en función de la inclinación relativa de los anillos respecto a nosotros) y por qué a veces detectamos el hielo y a veces no. Respecto a la formación de los anillos de Cariclo, se cree que son los restos de una colisión que sucedió a muy baja velocidad entre Cariclo y tal vez otro asteroide. Sabemos que si esta colisión ocurrió, debió ser a velocidades bajas porque un choque con mayor fuerza hubiese lanzado a los restos de la colisión lo suficientemente lejos para escapar del campo gravitacional del centauro, pues aunque es el más grande de los centauros observados hasta ahora, es realmente pequeño: tan sólo el lago Ontario, el menor de los grandes lagos Norteamérica, mide 300 Km de largo.

Además, el descubrimiento de los anillos de Cariclo nos ofrece la posibilidad de conocer nuestros orígenes, pues nos otorga la posibilidad de estudiar a las etapas primigenias de nuestro sistema solar, en el cual la nube de polvo y materia estelar, similar a la composición de los anillos de Cariclo, fue condensándose hasta formar a los planetas,  incluido el nuestro.

Levanta los ojos al cielo nocturno, allá arriba, en un sitio lejano, los centauros siguen su rumbo errático y nos invitan a explorar misterios que esperan ser resueltos, ¿te animas a descubrirlos?

Acerca del autor:

Gustavo Rodríguez Alonso es estudiante del Doctorado en Ciencias Bioquímicas de la UNAM. Su proyecto está enfocado en el estudio de los genes que controlan el desarrollo de la raíz en las plantas cactáceas. Puedes encontrarlo en twitter como @RodAG_ o en su blog personal.

El Arduo Camino Hacia el Lado Obscuro: Mitos, realidades y elucubraciones sobre la materia obscura

  “Es necesaria una gran madurez para entender que la opinión que defendemos no es más que nuestra hipótesis favorita, a la fuerza imperfecta, probablemente pasajera, que sólo los muy cortos de entendederas pueden tomar como una certeza o una verdad.”

Milán Kundera

 

No la podemos ver, no la podemos medir, podemos "sentir" sus efectos, pero no podemos asegurar que existe; es uno de los grandes dolores de cabeza para los astrofísicos y aunque realmente no la alcanzamos a comprender en su totalidad, cada vez se le imputan más y más responsabilidades de magnitudes astronómicas; nos referimos al presunto responsable de que el universo, los cúmulos de galaxias y nuestra propia Vía Láctea existan en la forma en que los conocemos. Con ustedes: La materia obscura.

 

¿Cómo se descubrió algo tan difícil de detectar?

Esta pregunta engloba la parte más interesante de este tema. En realidad, la materia obscura nunca ha sido "descubierta"; su concepto surge como una hipótesis para explicar el por qué ciertos cuerpos celestes no se comportan tal cual lo predice la teoría general de la relatividad de Einstein. Conforme se volvió más común el estudio de objetos distantes en el universo, derivado de los avances tecnológicos de principios del siglo XX, fue posible analizar el movimiento de las galaxias y estrellas con gran precisión; en este contexto, algunos científicos como Jan Oort y Fritz Zwicky notaron peculiaridades sumamente trascendentes en sus observaciones: la velocidad orbital de las estrellas en la Vía Láctea (Oort, 1932) y de las galaxias dentro de sus cúmulos (Zwicky, 1933), era mucho mayor a la esperada; esto implicaba que había algo allá afuera generando interacciones gravitacionales de gran magnitud.

El término “materia obscura” fue acuñado por Zwicky con el fin de explicar el desajuste entre la materia observable (estrellas, planetas, polvo, conejos, etc.) y las relaciones gravitacionales entre las galaxias. En un momento en que los supuestos eran tan divergentes como asumir que había materia incapaz de ser detectada por los telescopios de la época, o la necesidad de replantear la teoría de la relatividad para ajustarse a las nuevas observaciones, Zwicky, humano, apostó por el primero.

El tema quedó en el olvido por algunas décadas ya que, en realidad, nadie sabía mucho sobre el comportamiento de las galaxias ni se mostraba interesado en revivir la polémica de la materia perdida; sin embargo, a mediados de la década de los setentas, los avances tecnológicos de la época pusieron nuevamente el tema sobre la mesa. Vera Rubin descubrió que la velocidad de rotación de las galaxias sufre el mismo desajuste que las estrellas de Oort y las galaxias de Zwicky. Nueva evidencia se acumuló y la materia obscura regresó a las primeras planas.

 

¿Alguien tiene idea de qué es la materia obscura?

Las observaciones más recientes sobre radiación residual realizadas por el Satélite Planck de la Agencia Espacial Europea, apuntan a que 84.5% de la materia presente en el universo podría ser materia obscura. ¿En qué forma se presenta y dónde se esconde toda esa materia? Las primeras hipótesis sobre su naturaleza se enfocaron en objetos masivos indetectables (por su baja o nula emisión de radiación electromagnética): agujeros negros, estrellas de neutrones, algunas estrellas enanas y planetas no asociados a sistemas. Los telescopios del mundo y sus alrededores (en la actualidad hay muchísimos telescopios orbitando la Tierra) voltearon al cielo en busca de evidencia que sustentara esta teoría y, en efecto, existen evidencias, pero éstas no convencen al no ser suficientes. El 84.5% de la materia del universo no se esconde en forma de planetas errantes.

La hipótesis más aceptada es que la materia obscura se encuentra distribuida por todo nuestro universo, en forma de partículas masivas que interactúan débilmente (WIMPs, por sus siglas en inglés). Si las WIMPs fueran las responsables de la materia obscura en el universo, es posible que millones de estas partículas subatómicas estuvieran atravesando nuestros cuerpos a cada segundo. Sin embargo, las propiedades (hipotéticas) de las WIMPs impedirían que interactuaran de forma perceptible con la materia no obscura (exceptuando, obviamente, las interacciones gravitacionales).

La naturaleza de estas partículas subatómicas ha eludido a los científicos, a pesar de los grandes esfuerzos realizados para su detección directa o indirecta. En octubre de 2013 el equipo del Gran Detector Subterráneo de Xenón (LUX), localizado a kilómetro y medio por debajo de la superficie de Dakota del Sur, y considerado como la instalación más sensible para la detección de partículas de materia obscura, anunció lo que muchos ya imaginaban: no  han podido encontrar nada.

La frustración por la falta de resultados en la Tierra tiene su contraparte espacial; recientemente ha habido descubrimientos que ponen en duda los modelos vigentes relacionados a la materia obscura. Se han encontrado, por ejemplo, grandes grupos de estrellas, cuyas interacciones gravitacionales parecen estar dictadas exclusivamente por la materia visible, sin efectos perceptibles de materia obscura. También hay casos en los que la materia obscura no se comporta como lo esperamos: un caso sonado es el del cúmulo galáctico Abell 520, que presenta una distribución de materia obscura (hipotética, siempre hipotética) con un patrón inverso al esperado, como se puede observar en la siguiente figura.

 

 

Seguimos modelando con la materia obscura como andamio

A más de ochenta años de escuchar su voz en off, la materia obscura sigue siendo ese abominable misterio que sólo se conoce por las consecuencias gravitacionales que presuponen su existencia, pero esto no ha sido motivo para dejar de elaborar modelos basados en un universo que es, en su mayoría, obscuro. Recientemente Lisa Randall y Matthew Reece, de la universidad de Harvard, propusieron un modelo que asocia las extinciones masivas en la Tierra con la materia obscura. De acuerdo con este modelo, el Sol, en su transitar por la galaxia, podría atravesar de forma periódica una zona con alta densidad de materia obscura ubicada en el plano central de la Vía Láctea, esta interacción podría estar provocando desórdenes gravitacionales que alterarían el comportamiento de cometas y otros cuerpos en la nube de Oort (una nube de rocas congeladas que, en teoría, rodea nuestro sistema planetario) y provocar bombardeos periódicos en la Tierra. Si esta propuesta suena demasiado especulativa, es porque lo es. Aun así, los invito a que la comparen con el propio modelo que hipotetiza la existencia de la materia obscura; variables hipotéticas más, variables hipotéticas menos, la especulación sigue estando presente y la carencia de pruebas contundentes sigue siendo la norma.

 

¿Será posible que la materia obscura… no esté ahí afuera?

La posibilidad de que la materia obscura sea un artefacto de teorías físicas incompletas es real. Existen varios modelos gravitacionales que intentan explicar el comportamiento del universo sin recurrir (o prescindiendo de) a la materia obscura, pero las preguntas siguen aventajando en número a las respuestas .

En el momento actual, los centros de investigación están revestidos de alta tecnología y una gran capacidad de análisis, características que han favorecido que tanto los partidarios como los adversarios de la materia obscura se hayan multiplicado como jamás se había visto.

El tiempo decidirá si llega el momento de borrar la materia obscura de nuestros libros o de darle nombre a esas elusivas partículas que, en teoría, la conforman.

 

La desigualdad de género en la ciencia

Imagen tomada de Pinterest. A pesar de las iniciativas que se han hecho para que exista equidad de género en la actividad científica, la desigualdad entre hombres y mujeres sigue siendo muy marcada. De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), a pesar de que hay más mujeres estudiantes de licenciatura y graduadas que hombres en muchos países, existen pocas profesoras, y las mayores diferencias de género se ven a nivel de contratación, de ingresos, de financiamiento de estudios y de persistencia de satisfacción y generación de patentes.

Publicado en Nature, un estudio en bibliometría (aplicación de métodos matemáticos y estadísticos sobre la literatura en ciencia con el objetivo de analizar la actividad científica) analizó la relación entre el género y la generación de investigaciones, las colaboraciones y el impacto científico de todos los artículos publicados entre 2008 y 2012. Para esto, analizó casi cinco millones y medio de revisiones y artículos científicos, que en total sumaron más de 27 millones de autores.

Los resultados mostraron que, en los países más productivos, todos los artículos que tienen a una mujer como autora principal reciben menos citas que aquellos con un hombre en la misma posición. Las citas son importantes porque juegan un papel central en la evaluación de investigadores, misma que sólo empeora las desigualdades de géneros.

A nivel mundial, las mujeres representan menos del 30% de las autorías fraccionadas, mientras que los hombres representan más del 70%, un porcentaje similar para cuando las mujeres son primeras autoras. Otro resultado es que, por cada artículo con una mujer como primer autor, hay casi dos artículos con hombres en esta posición.

De todos los resultados arrojados por este estudio, se pueden sacar muchas conclusiones. Probablemente, la más importante para explicar la diferencia de género en la generación de investigaciones, colaboraciones e impacto, es la edad. En el camino académico de ser joven a un profesor de alto nivel, el número de mujeres se reduce. Después de todo, un alto nivel, la posición del autor en el artículo, las colaboraciones y las citas están altamente relacionados.

Este trabajo da soporte cuantitativo a este conocimiento popular: las barreras para las mujeres en ciencia están dispersas por todo el mundo. Datos de la UNESCO han mostrado que 17% de los países del mundo tienen un número equivalente de científicos hombres y mujeres.

Otros estudios han demostrado que, en promedio, los hombres producen más artículos científicos que las mujeres, aunque esta diferencia depende de los campos de estudio. Las mujeres publican significativamente menos artículos en áreas en donde la investigación es costosa, como la física de altas energías, probablemente como resultado de políticas y procedimientos relacionadas para financiarlos. Además, las mujeres son menos propensas a participar en colaboraciones que llevan a publicaciones y tienen una menor probabilidad de estar enlistadas como primer o último autor en un artículo.

No existe un consenso para saber si las razones por las que estas diferencias de género en resultados de investigación o en las colaboraciones se dan por algún sesgo, por maternidad y crianza de hijos, o por otras variables.

Para que un país sea competitivo científicamente hablando, necesita maximizar su capital intelectual humano. Los autores de este trabajo concluyen que cualquier política realista que busque fortalecer la participación de las mujeres en la esfera científica debe tomar en cuenta una variedad de factores sociales, culturales, económicos y políticos. “Ningún país puede darse el lujo de descuidar las contribuciones intelectuales de la mitad de su población”. Bibliografía:

Artículo original en Nature | Nota en el blog de Historias Cienciacionales

 

El factor de impacto, DORA y quienes hacemos ciencia

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Por lo general, un grupo de laboratorios con temas en común nos reunimos una hora a la semana para que alguien exponga los avances de su investigación y los demás hagamos preguntas o sugiramos análisis. Hace poco cambiamos la rutina: nadie presentó su trabajo. Nos sentamos a hablar acerca del factor de impacto de las revistas científicas en donde se publica la ciencia y la fuerte crítica que recientemente se ha hecho de esto.

El factor de impacto de las revistas científicas (JIF por su siglas en inglés) es un indicador que cuantifica el promedio de citas académicas realizadas a cada uno de los artículos de una revista científica durante los últimos años. Su propósito original, cuando en 1953 lo propuso un bibliotecólogo, era ayudar a las bibliotecas a escoger a qué revistas científicas suscribirse. Sin embargo, su uso derivó en que hoy se utiliza para comparar el desempeño académico de personas e instituciones. Así, la suma de cuántos artículos y el factor de impacto de las revistas en donde éstos se publicaron, puede ser el elemento principal al examinar un CV y decidir si contratar a una persona u otra, o para resolver si asignar más o menos presupuesto a tal o cual Facultad dentro de una Universidad.

Pareciera que utilizar el factor de impacto sería una salida pragmática y hasta cierto punto objetiva para evaluar el desempeño de investigadores e instituciones. Sin embargo, en el último par de años diversos miembros de la comunidad científica han señalado varios problemas y consecuencias negativas de utilizar el factor de impacto para tal efecto. El descontento derivó en la formación de la Declaración de San Francisco sobre la Evaluación de la Investigación (DORA, por sus siglas en inglés) en diciembre del 2012. La declaración fue firmada originalmente por 155 académicos y 82 instituciones y editoriales de revistas científicas. Entre éstas se incluyen The American Association for the Advancement of Science (la editorial de Science), Proceedings of The National Academy Of Sciences entre otras. Al 27 de octubre del 2013 la lista de firmantes incluía 9,596 individuos y 409 instituciones.

De acuerdo con la DORA y diversos estudios (ver referencias al final), el factor de impacto no es una buena medida del desempeño científico, entre otras cosas, porque:

(A) Existen graves sesgos en cómo se distribuyen las citas bibliográficas dentro de las revistas científicas [1-3];

(B) El factor de impacto depende del campo de estudio.  Varía de acuerdo con el tamaño de la comunidad científica enfocada en un campo en particular, con la velocidad con la cual es posible publicar artículos de investigación en ese campo, con cuántos artículos tipo revisión se publican y con otros factores que varían dependiendo de la disciplina de estudio [1, 4];

(C) El factor de impacto puede ser manipulado por las políticas de publicación de las revistas [5] (por ejemplo dando preferencia a la publicación de revisiones en temas populares, pues esto genera citas más rapidamente);

(D) Los datos (es decir la relación de citas) y el método exacto con los cuales cada revista calcula su factor de impacto no son transparentes ni están disponibles al público [4,6,7].

Las consecuencias que esto puede tener para la ciencia no son evidentes, pero sí pueden ser importantes. Por ejemplo, Bruce Alberts, el editor en jefe de la revista Science comentó que el mal uso del factor de impacto está llevando a que los y las científicas se enfoquen en “la ciencia del yo también”, es decir, en realizar investigación en campos donde ya hay mucha gente trabajando, y por ende realizando citas, en vez de proponer ideas arriesgadas pero potencialmente innovadoras sólo porque para desarrollar este tipo de proyectos se requiere de un tiempo largo sin poder generar resultados que publicar. Otro problema es que las propias revistas pueden sesgar lo que eligen publicar hacia campos que generan más citas (como es la tendencia en la investigación biomédica), en vez de a otros campos que también generan resultados importantes, por ejemplo, las ciencias sociales y la ecología [8].

Lo que la DORA propone para evitar el problema que el mal uso del factor de impacto puede causar son 18 recomendaciones dirigidas a investigadores, instituciones, agencias de financiamiento, organizaciones que realizan las mediciones y editoriales científicas. En resumen, las sugerencias son:

 a) eliminar el uso de métricas basadas en el factor de impacto de una revista como método para decidir a quién brindar financiamiento y promociones;

 b) evaluar la investigación por sus méritos propios, en vez basarse en el prestigio de la revista en donde se publicó;

 c) Aprovechar las ventajas que ofrece la publicación en línea (como relajar el límite de palabras y referencias); y

 d) explorar indicadores de impacto alternativos

La versión completa de las 18 recomendaciones se encuentra en la página de DORA y merece una lectura.

Me parece que independientemente de si se está de acuerdo o no con todos los puntos de la declaración, el factor de impacto y la forma en la que se evalúa la ciencia amerita discutirse por la comunidad editorial científica y por quienes hacemos ciencia. De hecho, mi objetivo al escribir esto es invitar a quienes forman parte de un grupo de investigación a que discutan este tema con sus colegas.

Nosotros lo discutimos en un bloque libre en nuestro calendario de seminarios, y obtuvimos como resultado una gama de opiniones bastante diversa e interesante. Para facilitar la discusión nosotros comenzamos por resumir en una presentación de 25 minutos el artículo que LabTimes publicó al respecto; las recomendaciones de la DORA; los indicadores alternativos como el índice-H, Altmetric e ImpactStory; este artículo que compara el factor de impacto, la revisión post-publicación y el número de citas; y las columnas, editoriales y especiales que se publicaron en Science, Genetics y Nature. Vale la pena organizar que 3 o 4 voluntarios o voluntarias preparen la presentación, de esta manera el resto de la comunidad puede unirse a la discusión incluso si no tuvo tiempo de leer todo el material.

¿La ciencia se evaluará de forma distinta en un futuro cercano? ¿Qué implicaciones tendrá la manera en que la ciencia se fomenta y evalúa en cada país? La historia dirá (‘y probablemente mienta’, hubiera dicho el biólogo evolutivo Godfrey Hewitt en una de sus frases célebres al tocar temas políticos). Pero por lo pronto, me parece que las instituciones y la comunidad científica de México debemos unirnos a la discusión y reflexión internacional sobre el tema.

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Referencias

  1. Adler, R., Ewing, J., and Taylor, P. (2008) Citation statistics. A report from the International Mathematical Union. www.mathunion.org/publications/report/citationstatistics0
  2. Seglen, P.O. (1997) Why the impact factor of journals should not be used for evaluating research. BMJ 314, 498–502.
  3. Editorial (2005). Not so deep impact. Nature 435, 1003–1004.
  4. Vanclay, J.K. (2012) Impact Factor: Outdated artefact or stepping-stone to journal certification. Scientometrics 92, 211–238.
  5. The PLoS Medicine Editors (2006). The impact factor game. PLoS Med 3(6): e291 doi:10.1371/journal.pmed.0030291.
  6. Rossner, M., Van Epps, H., Hill, E. (2007). Show me the data. J. Cell Biol. 179, 1091–1092.
  7. Rossner, M., Van Epps H., and Hill E. (2008). Irreproducible results: A response to Thomson Scientific. J. Cell Biol. 180, 254–255.
  8. Alberts, B. (2013). Impact Factor Distortions. Science 340, 787–787.

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Acerca del autor

Alicia Mastretta Yanes es Bióloga egresada de la UNAM y actualmente cursa su doctorado en la University of East Anglia, Inglaterra. Su proyecto explora la relación entre las características físicas del paisaje y la distribución de la diversidad genética en plantas de alta montaña de México. Tuitea como @AliciaMstt

Tu corazón canta conmigo.

El coro de conejos del videojuego de Ubisoft "Rayman Raving Rabbids". Podemos tomarnos de las manos, mirarnos a los ojos, divertirnos escuchando cómo desafina el de al lado, sentirnos parte de una familia y todo eso, pero resulta que cantar en un coro también es bueno para el corazón, según un estudio de la Universidad de Gothenburg.

Los autores del estudio, liderados por Björn Vickhoff, pusieron a cantar a 15 personas mientras les registraban el ritmo cardíaco. Luego de cantar una mantra meditativa en grupo o un himno cristiano, los cantantes habían sincronizado el ritmo de sus corazones. Los investigadores explican esto con el hecho de que en ocasiones el ritmo cardíaco de una persona se sincroniza con la respiración, cuando ésta es controlada y pausada, como la que sucede en el canto. Además, los corazones de los cantantes tenían más variación en sus ritmos, lo cual se sabe que es beneficioso para el corazón.

Los investigadores sabían de antemano que cantar en grupo produce efectos benéficos para el organismo, en esferas como la respuesta inmune o el estado emocional. Su estudio, publicado hoy en la revista Frontiers in Auditory Cognitive Neuroscience, aporta a esa gama de beneficios de una actividad musical grupal.

Nota fuente en New Scientist | Artículo original en Frontiers in Auditory and Cognitive Neuroscience

El sorprendente hombre.... ¿tarántula?

La fantasía y la cultura popular (como las leyendas, las películas, los cuentos, los cómics y muchas otras cosas más) son generalmente pésimos para enseñar conceptos básicos de ciencia. ¿Alguna vez has visto La Guerra de las Galaxias? Resulta impresionante que las naves hagan todos esos sonidos cuando están en batalla a la mitad del espacio. Tristemente, todos los pew pew de los láseres y los pam pam de los impactos que se escuchan son... mentira. En el espacio, al no haber un medio por el cual se propaguen las ondas del sonido, simplemente es imposible escuchar algo. Tampoco hay que tomar esto como un "regaño"; George Lucas nunca tuvo la intención de enseñarnos física, su negocio es el de entretener y lo hizo muy bien. Jamás se nos ocurriría pedirles a los escritores de películas o historietas que fueran “científicamente correctos”. Si estas escenas se hicieran con este concepto básico de física, resultarían tan aburridas que nadie las vería. Sin embargo, nuestro negocio es el de aprender algo nuevo todos los días, y encontrar este tipo de inconsistencias es simplemente una oportunidad para lograrlo. Por eso vamos a analizar uno de los casos más curiosos de las "licencias" que se han tomado los creadores de historias fantásticas que simplemente no son verdad, por el mero gusto de aprender. Por ahora, olvidémonos de La Guerra de las Galaxias y empecemos a platicar de El Hombre Araña, el cuál es sólo un pretexto para platicarte datos curiosos sobre las arañas.

 

Seguramente has visto como el sorprendente súper héroe es capaz de lanzar su telaraña a través de sus muñecas. En la serie original y la última franquicia de la versión hollywoodense, esto se lograba con un dispositivo; en la franquicia del 2002, nuestro súper héroe desarrolló una estructura en sus muñecas que le permitía lanzar su seda. Si nos acercáramos a una araña, podríamos ver que tienen dos estructuras como patitas más cortas que el resto de las patas, y un poco más gruesas como si tuvieran guantes. Estas estructuras se llaman pedipalpos. Sin embargo, te tengo malas noticias: los pedipalpos no son las estructuras donde las arañas producen su tela.

Entonces, ¿en dónde se produce la seda que usa la araña para tejer su telaraña? Pues… en el trasero. Sí, como lo leíste. La tela de la araña se produce en su trasero. La seda de la araña se produce en unas glándulas especializadas para esa función que se encuentran ubicadas entre el ano y las gónadas. En la siguiente imagen puedes ver un esquema de la anatomía de la araña para que te des una idea de la ubicación de las glándulas de la seda.

Si al momento de ser mordido por la araña radioactiva, Peter Parker hubiera adquirido los poderes de una araña de una manera “científicamente correcta”, entonces tendría que atrapar a los criminales con una red que saliera de… sí, su trasero. ¡Qué bueno que el hombre araña no es científicamente correcto!

Ahora, hay otro detalle. Las arañas macho no tienen pene. Así que Peter Parker puede agradecer que sus súper poderes arácnidos no lo hayan vuelto un súper héroe anatómicamente en concordancia con una araña de verdad. ¿Cómo se reproducen las arañas entonces? Bien, resulta que el sistema reproductor de las arañas es un poquito más complicado que lo común. Seguramente recordarás los pedipalpos que se mencionaron al principio. Bueno, pues en la araña macho estos pedipalpos sirven para realizar la cópula. El proceso va más o menos así: primero, los machos tejen una pequeña red que después llenan con el esperma. Las arañas macho introducen el pedipalpo repetidas veces en la gota de esperma hasta que éstos han sido totalmente impregnados. Posteriormente, buscará una hembra con quien reproducirse, y una vez que haya cortejado a una, introducirá uno o ambos pedipalpos en la apertura genital de la hembra. ¿Quieres ver a un par de arañas realizando esto? Acá un video de pornografía arácnida:

Como si no tener pene no fuera suficiente, las estructuras que utilizan para fecundar a la araña hembra se rompen después del acto sexual, algo que puede serles útil a la larga. Si las arañas macho sobreviven el proceso de apareamiento sin ser comidos (una conducta más común de lo que se cree y que no es exclusiva de la viuda negra), entonces sus habilidades para el combate incrementan bastante debido a que cada pedipalpo representa aproximadamente el 9% del peso de la araña, y al no tenerlos, éstas pueden durar más tiempo defendiéndose de un ataque.

Quizá sí fuera seda después de todo. Por mucho tiempo se creyó que las arañas no podían producir seda en otro lado que no fuera la glándula en su parte posterior, y técnicamente eso sigue siendo cierto. Se cree que hay algunas especies de tarántulas que posiblemente tengan lo necesario para generar seda de soporte desde sus patas que les permitan caminar y sostenerse en superficies verticales. Hace un momento dije que técnicamente era cierto que las arañas no producen seda con sus patas porque a pesar de este polémico descubrimiento, hay que recordar que las tarántulas no son arañas, sino primas muy cercanas de las arañas. Si bien las observaciones con las tarántulas siguen en disputa, quizá en algún momento se confirmen. Esto haría que eventualmente se despejen todas esas curiosas malinterpretaciones que rodean al simpático superhéroe, aunque quizá tengamos que empezar a llamarle “El Sorprendente Hombre Tarántula”.

Para saber más

Si quieres saber más sobre arañas, tarántulas, y otros bichitos como alacranes, ácaros y las arañas patonas (que tampoco son arañas), te recomiendo ampliamente leas el libro “El maravilloso mundo de los arácnidos” de Anita Hoffman, el cual forma parte de la colección “La Ciencia para todos” del Fondo de Cultura Económica y que puedes leer aquí.

Acerca del Autor José Antonio Alonso es egresado de la Licenciatura en Ciencias Genómicas de la UNAM, y de la Maestría en Bioética de la Universidad de Pennsylvania.

A hombros de gigantes

El pasado 17 de enero del 2013, el programa Charlas con Científicos de la Academia de Ciencias de Morelos en el cual participa Más Ciencia por México tuvo un invitado muy especial: el Dr. Arturo Álvarez Buylla. Además de su participación en este programa, el Dr. Álvarez Buylla dio una plática el viernes siguiente como parte del evento de la Academia en donde se renovó la mesa directiva de la misma y se admitieron nuevos miembros. En la plática, llamada “Células Madre y los Rehiletes del Cerebro”, la cual compartió con la comunidad académica del estado así como estudiantes de distintas preparatorias, Arturo comunicó el trabajo que llevó al descubrimiento de las células madres en ciertas regiones del cerebro, trabajo por el cual fue galardonado en el 2011 con el premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica. No puedo hacerle total justicia a la fluidez y el encanto con los cuales Arturo relata los vaivenes y resultados de su trabajo en un pequeño texto como el que quiero escribir, así que no lo intentaré y mejor lo que les propongo es que se tomen un descanso de una hora para escucharlo por ustedes mismos dando click en este enlace.

Además, no es precisamente esto lo que quería compartirles hoy. Lo que más me llamó la atención de la plática de aquel viernes fue como los grandes avances en ciencia toman tiempo y se construyen sobre bases más sencillas. A Isaac Newton se le atribuye la cita "Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de gigantes", aunque el mismo Newton estaba citando a Bernardo de Chartres. Esto quiere decir que para poder avanzar en cualquier proyecto científico, debes partir de la mejor información disponible al momento que inicias. Afortunadamente, los científicos ahora tenemos varias herramientas y muchos colegas que nos permiten comenzar a vislumbrar un nuevo horizonte con el trabajo previo que ya han realizado. Si esto no fuera así, tendríamos que iniciar nuestra ciencia desde cero, un reto bastante complicado tal y como lo expuso Alicia Mastretta hace algunos meses en este mismo blog. ¿De qué manera se relaciona esto con la investigación de células madre en el cerebro? Bueno, resulta que por mucho tiempo se creyó que el cerebro, una vez formado, no podría regenerarse. Hay que recordar que las células madre son aquellas células que tienen potencial de convertirse en muchas otras clases de células, como las epiteliales o las sanguíneas. Así, el descubrimiento de las células madre nerviosas rompió con un paradigma dogmático que sostenía que la regeneración de tejido nervioso en cerebros adultos era imposible. Todo gracias al cantar de los pájaros.

A principios de los 80s, Fernando Nottebohm, investigador argentino del Laboratorio de Conducta Animal de la Universidad Rockefeller, comprobó la capacidad del cerebro adulto de los vertebrados estudiando la manera en que los canarios aprenden y ejecutan sus cantos. Nottebohm descubrió que las áreas del cerebro de los canarios asociadas con la formación de su trinar tenían variaciones estacionales: había un crecimiento de esta región durante la primavera cuando los canarios necesitan hacer uso de sus dotes artísticos para atraer parejas, para después disminuir durante el verano. En el otoño vuelve a haber un incremento en el volumen cerebral justo cuando los canarios necesitan aprender nuevas tonadas, para después disminuir de nuevo en el invierno y recomenzar el ciclo. Estas fluctuaciones en el tamaño cerebral se explicaba sólo de una manera: existían neuronas que se formaban durante la primavera y el otoño, y que después desaparecían en verano y en invierno.

De esta historia quiero rescatar una gran moraleja que nos ayuda a comprender dos aspectos cruciales del quehacer y del conocimiento científico. Martín Bonfil, divulgador de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM, publicó en el número 171 de la revista ¿Cómo Ves? las Tres Metáforas de la Ciencia en su columna Ojo de Mosca. En ella, nos menciona como la el conocimiento científico se construye día a día con las explicaciones, interpretaciones y herramientas que tenemos a la mano, pero hay que mantener la mente abierta porque el conocimiento científico no es completo, sino una imagen incompleta que si bien nos permite aventurarnos a proponer hipótesis que están sujetas al mismo proceso de comprobación que el resto. La Ciencia quizá no nos brinda una verdad absoluta, pero nos plantea el camino para realizar pequeñas pero constantes aproximaciones hacia la verdad, y a la fecha es el mejor modelo explicativo del cual disponemos los seres humanos. Así es como cada vez que te subes a los hombros de un gigante para ver más allá de lo que éste pudo haber visto, estás aproximándote cada vez más al horizonte del conocimiento que para todos los que vinieron antes que tú resulta quizá increíble, y aun así, quizá tampoco tú puedas lograr a contemplar la totalidad del horizonte. Eventualmente alguien tendrá que venir a posarse en tus hombros cuando tú seas un gigante.

Para terminar, otra reflexión. El dogma que sostenía que el cerebro no podría regenerarse en los adultos se tuvo que replantear como resultado de las observaciones de Nottebohm, lo que además lleva otra lección en sí misma: no se debe menospreciar la investigación básica, por “absurda” o “inútil” que nos pueda parecer. Quizá en su momento habrá parecido una empresa inútil estudiar el canto de unos pajaritos, sin una “utilidad práctica”, y ahora reconocemos éste como un trabajo pionero. El trabajo teórico y básico es la base de toda aplicación técnica en el futuro, así que el apoyo a la misma debe ser fundamental. Nunca sabremos si los hombros de un determinado gigante nos permitirán descubrir nuevos horizontes hasta que nos trepemos en ellos.

Para saber más:

Si deseas profundizar en el trabajo de Fernando Nottebohm, te recomiendo visitar Bird Brain, una crónica detallada de los descubrimientos aquí mencionados sobre el trabajo de Nottebohm. Si deseas conocer cómo influyo el trabajo de Nottebohm en la investigación de Arturo Álvarez Buylla, te recomiendo leer el discurso que ofreció durante la ceremonia de premiación donde recibió el premio Príncipe de Asturias.

Acerca del Autor

José Antonio Alonso es egresado de la Licenciatura en Ciencias Genómicas de la UNAM, y de la Maestría en Bioética de la Universidad de Pennsylvania.

 

El reto cero

La conversación seguía el formato de costumbre. ¿Cómo te llamas, de dónde eres, en qué universidad estás haciendo tu doctorado? ¿De qué se trata tu proyecto? Luego una responde a lo mismo. Cómo me llamo, de dónde soy, en qué universidad estoy haciendo mi doctorado. De qué se trata mi proyecto.

Éramos un grupo de estudiantes de doctorado congregados para tomar un curso. Hace tiempo que me resigné al formato. Así empezaban, como sacadas de un ejercicio para aprender inglés, las conversaciones para romper el hielo. Pero alguien soltó al aire una pregunta que hoy, casi un mes después, me sigue invitando a divagar: ¿qué tanto de tu proyecto de investigación podrías hacer desde cero?

¿Qué tanta de tu ciencia podrías hacer desde cero?

Es decir, imaginen que por el motivo fantasioso de su preferencia de repente están en un planeta Tierra con todas las mismas condiciones ambientales, la misma historia física y biológica con la excepción de que no hay rastro alguno, ni siquiera ruinas de ningún tipo, de nuestra especie ni de ninguna otra civilización. Imaginen que el reto no es hacerse de comida y refugio para sobrevivir, sino tener que reproducir lo que sea que estén haciendo en sus proyectos de final de semestre, o tesis de licenciatura, maestría o doctorado, pero… desde cero: sólo con la información presente en este instante en sus memorias. No hay ni bibliotecas, ni libros, ni apuntes de la universidad, ni de la prepa, ni computadoras, ni Wikipedia, ni servidores, ni journals, ni manuales, ni papel, ni lápiz, ni equipo de laboratorio, ni edificios, ni herramientas, ni equipo. Cero. La única concesión que doy es que podría haber otras manos (mas no mentes) dispuestas a ayudar y tiempo, bastante tiempo.

Bajo esta situación hipotética, ¿qué tanta de nuestra investigación, de nuestra ciencia podríamos hacer? ¿Qué no? ¿De qué tienen una vaga idea como para poderlo reinventar? Los invito a responder en los comentarios del blog o de facebook. No tienen que ser tan extensos como el ejemplo de abajo, un comentario corto basta. O no comenten, pero hagan, sí hagan el reto cero. Prometo que divierte imaginarse en esa soledad.

Ejemplo de mi caso. Para empezar, ignorancia la mía: la verdad es que no sé cómo hacer una computadora. Punto, pierdo ahí. En el campo me defiendo: sabría llegar a mis montañas (si me ponen en el continente correcto y me dan una vida larga, ja) y sobrevivir en el campo (tal vez). Sin un vehículo, y dado que no habría caminos, sería una expedición que me tomaría años, como esos primeros viajes botánicos que no me tocó vivir. Podría identificar a mis especies y recuerdo suficiente de su sistemática como para reescribir las claves de identificación y buena parte de su filogenia. La teoría de lo que hago la tengo bastante clara, y podría reescribir, con terribles faltas pero con decencia, mucho sobre evolución, filogeografía y genética de poblaciones, pero no podría reproducir los algoritmos de la mayoría de los programas de cómputo que ocupo. Iba a comentar ahora sobre el papel, creo que conozco el proceso para fabricarlo, pero no sé si lograría fabricar las herramientas. Mejor vamos al laboratorio para enfocar esto más en el lado de los métodos moleculares de mi proyecto.

El primer paso de lo que yo hago implica una extracción de ADN. Para ello se necesitan básicamente dos sustancias: detergente y alcohol. Ja, ¡sé hacer jabón! necesito grasa e hidróxido de sodio. El método para hacer NaOH que viene a mi memoria es una electrólisis de agua con NaCl… mmmm no es tan trivial eso de hacer un electrodo. Creo recordar el principio básico para producir electricidad… pero necesito un cable de cobre y un imán… de nuevo nada trivial de conseguir, mi metalurgia es bastante limitada. Pero bueno, creo que también hay NaOH en las cenizas de ciertas plantas, en particular de junípero (coincidencia, una de mis especies de estudio es un junípero). ¿Y el alcohol? Bueno, es cuestión de poner algo a fermentar, eso sí podría hacerlo.

Sí, ya sé que estoy lejos de los niveles de pureza que se requieren, y que una extracción casera de ADN no sirve para lo que estoy haciendo, pero vamos a seguir el juego. Correr un gel: es decir hacer una electroforesis. De nuevo el maldito electrodo, bueno vamos al gel en sí. La agarosa viene de cierto tipo de algas… uy, espero que no vivan sólo en las costas de Japón y que otras algas marinas sirvan. Bromuro de etidio, necesito bromuro de etidio. Ah, triste mi química orgánica: sé que el EtBr es un compuesto aromático, sé porqué brilla naranja bajo la luz ultravioleta (no sé cómo producir luz ultravioleta, por cierto), sé porqué es mutágeno y cómo se intercala con las moléculas de ADN, pero admito, no recuerdo con qué reacción producirlo.

Pienso ahora en un PCR. Sé muy bien la teoría de lo que está pasando a nivel molecular, soy buena explicándolo. Puedo recordar perfecto los pasos e ingredientes en el laboratorio. Podría obtener cloruro de magnesio evaporando agua de mar… quizá. La polimerasa sería un gran reto, habría que perfeccionar primero mucha microbiología. Y luego los primers, la verdad es que no me acuerdo cómo hacer primers. Y a todo esto, no he mencionado el plástico y el vidrio que son fundamentales en el laboratorio. No sé cómo hacer plástico (ni extraer petróleo para empezar) y del vidrio sólo me acompaña la romántica idea de que la arena de mar tiene sílice y que necesitaría construir un horno de altas temperaturas.

Voy a detenerme aquí. Una extracción de ADN y un PCR son parte del soporte más elemental de mi trabajo de laboratorio. Ya no llegué a lo que necesitaría para lograr hacer la secuenciación y eso que ni siquiera me detuve a describir lo difícil que sería construir equipo básico, como un refrigerador. Creo que el punto quedó claro: yo y mi ignorancia no podríamos hacer la más básica de mis rutinas si tuviera que empezar de cero. Me tomaría años siquiera acercarme.

No soy una bióloga molecular, ni una química, ni una física, ni una ingeniera. No puedo serlo todo. Estoy haciendo un doctorado en biología evolutiva para entender un poco más los procesos detrás de la diversificación de la biodiversidad en las montañas mexicanas. Mi trabajo recae en mucho de lo que se ha hecho ya. Dependo de poder buscar información para resolver problemas o para seguir un método, de utilizar reactivos y equipos que otros hicieron. Necesito poder entender cómo funcionan, pero no hacerlo todo desde cero ni memorizar cada detalle de cada método.

¿Qué es el conocimiento? ¿Dónde está? Válida la reflexión filosófica. Pero también la práctica. El recuerdo repentino de porqué la educación nos es tan importante, de porqué uno de los grandes pilares de nuestra especie es el que podemos almacenar y transmitir información. Cuán vano sería el reinventar la ciencia cada nueva generación.

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Acerca del autor

Alicia Mastretta Yanes es Bióloga egresada de la UNAM y actualmente cursa su doctorado en la University of East Anglia, Inglaterra. Su proyecto de doctorado explora la relación entre las características físicas del paisaje y la distribución de la diversidad genética en plantas de alta montaña de México.

Evolution 2012: Que la ciencia funcione

Empecé a escribir esto en Ottawa, Canadá, ahora estoy en mi casa después de varias horas de viaje. Hace unos días eran las últimas horas de Evolution 2012, el congreso sobre evolución que por primera vez conjuntó a las sociedades del estudio de la evolución de Estados Unidos (SSE), Canadá (CSEE) y europea (ESEB). Dos mil quinientos participantes registrados, dos mil quinientas cabezas cuya profesión es estudiar la evolución. Dos mil quinientos científicos que se formaron como biólogos, bioquímicos, matemáticos o computólogos. Dos mil quinientas personas cambiando de salas cada quince minutos, buscando en sus celulares o en sus libretas a cuál plática entrar después. Gente que expuso su trabajo de años en diez diapositivas, estudiantes que discutimos los siguientes pasos de nuestro doctorado de espaldas a un poster con gráficos y letras que resumen nuestros resultados. Foros de discusión. Mucho café.

Trato de sentarme a escribir con la disciplina que se debe. Quiero hacer un recuento de experiencias, pasar en limpio los apuntes, dejar en claro la lista de artículos que tengo que leer y los métodos en los que quiero profundizar, organizar las ideas que discutí con otros estudiantes e investigadores, organizar en mis favoritos los links a diferentes proyectos que me interesaron.  Recapitular antes de que todo quede en el conocido olvido de la memoria. Y entonces, como buena procastinadora que soy, decidí escribir esta entrada de blog.

Los biólogos, como el resto de los científicos, tenemos congresos. Reuniones convocadas por la sociedad de estudio de tal o cual campo. Ustedes ya lo saben, yo no lo sabía cuando empecé a estudiar biología. O cuándo menos no tuve claro de qué se trataban hasta que fuí a uno por primera vez. El de Congreso Mexicano de Botánica en Zacatecas, años atrás. Lo comento porque para mí los congresos han sido parte crucial de mi formación. Sé que tal es el caso de tantos otros. Los motivos sobran: una va y se sienta a escuchar un bombardeo de ideas, vistazos a métodos y resultados que aún no se han publicado; una expone su trabajo y otros escuchan y preguntan; y así estudiantes e investigadores quedan inmersos en una atmósfera de retroalimentación que en lo personal considero muy productiva.

Pero eso sobra decirlo, de eso se trata. Si en verdad o no valen el gasto y el viaje, si las cosas van a dirigirse a teleconferencias, si el tamaño importa y si son un reflejo de la geografía de dónde se hace la ciencia son temas más serios que discutiré en otra ocasión. En realidad en esta entrada quiero recapitular un par de sucesos que me gustaron por el puro gusto de contarle al mundo la profesión tan bonita que tenemos y el gozo que es asistir a un congreso.

Empecemos por la diversidad de temas. En una sola mañana y de forma simultánea había pláticas sobre adaptación y genética evolutiva, genética ecológica, comportamiento, filogenética, sistemas de apareamiento y selección sexual, interacción interespecífica y coevolución, por citar unas cuentas. En general una escoge la sala con los temas cercanos a el campo de estudio propio, pero es difícil resistir la curiosidad de entrar, de vez en cuando, a una plática fuera de los estrictos límites de la especialización. Así, por ejemplo, un día había tenido suficiente de genómica y aplicaciones de secuenciación de siguiente generación y decidí entrar a un simposio sobre simbiosis, en particular sobre parásitos que manipulan a su hospedero. Descubrí con asombro la existencia de los gordian worms (o horsehair worms), un nematomórfo (i.e. un tipo de gusano) maravilloso que parasita insectos: por ejemplo crece dentro de un grillo y cuando ha alcanzado la madurez… créanlo o no lo hace cometer un acto suicida: brincar a un cuerpo de agua (lago, río o hasta alberca), donde entonces el gusano parásito puede emerger y continuar con su ciclo de vida en el agua. Aquí un video:

 

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De la voz de David Hughes, el orador en cuestión, aprendí que este tipo de interacciones son viejas, existen fósiles que nos hacen pensar que los nematomórfos llevan por lo menos 44 millones de años con tan espectacular forma de parasitismo. De ahí la exposición derivó a un breve recuento de la historia del estudio de estos bichos, con la conclusión de cómo pasó de un sistema anecdótico a métodos ecológicos y genéticos con los que ahora se trata de profundizar en la evolución de estos organismos. La plática era, en realidad, una introducción al resto de las sesiones del simposio, a las cuáles no asistí porque en una sala paralela se comenzó a hablar de cómo poner a prueba modelos demográficos y filogeográficos, esas cosas que yo hago, pues. En fin, entiéndase que había de todo y que más allá de oír en qué va la última investigación del tema propio, los congresos me recuerdan también que la biología sigue creciendo como micelio en la bastedad de direcciones que el mundo natural y sus fenómenos nos pone enfrente. En lo personal, el sólo hecho de saber que bichos como los nematomorfos existen y que alguien se dedica a estudiarlos alimenta mi ánimo.

Creo sin embargo, que lo que da gusto no es sólo que haya gente estudiando este mundo nuestro (bueno, y otros) sino que se está haciendo con buena ciencia. Con el muchas veces lento proceso de poner a prueba hipótesis y llegar a conclusiones basadas en evidencia confiable. Nos guste o no el resultado. Rosie Redfield lo dejó en claro en su muy divertida conferencia magistral. En resumen, esta mujer detectó fallas en los métodos de un artículo publicado en Science, por un grupo de la NASA. El artículo decía haber encontrado bacterias que podían utilizar arsénico como biomolécula e incluso incorporarlo en su ADN en vez de fósforo. De ser cierto, esto hubiera tenido fuertes implicaciones en nuestro entendimiento de los seres vivos. Según Rosie, no fue sólo un problema metodológico de la autora principal, sino una cadena de fallos en todo el resto de las personas involucradas.

Foto de su diapositiva:

 

Traducción (de la esquina superior izquierda en dirección de las flechas): Fallo de la autora principal - Fallo del último author (supervisor de la autora principal) - Fallo de otros autores - Fallo de los revisores - Fallo de los editores de Science - Fracaso

 

Para no hacerles el cuento largo, el artículo ocasionó mucha controversia en la blogósfera de científicos (por cierto que bloguero ya está aceptado por la Real Academía de la Lengua Española), en parte gracias a una entrada y a un tuit de Rosie (el hashtag #arseniclife está bueno). La situación derivó en dos artículos más en Science, uno de ella (y colaboradores) y otro de otro grupo. Básicamente trataron de repetir los experimentos paso a paso, no lo consiguieron y apuntaron la serie de errores y malinterpretaciones del primer estudio. Veremos qué responden los otros. La conclusión al momento: hay bacterias que pueden vivir en arsénico, mas no utilizarlo como fuente alternativa de fósforo ni incorporarlo en su ADN. En otras palabras, después de tantos fallos, la ciencia como proceso sí funcionó:

 

Traducción: Pero la ciencia (el proceso) funcionó bien.

 

Me quedé pensando en esa última diapositiva. Se trata de que la ciencia funcione. Pero ya no hablo sólo del método, del basar las conclusiones en evidencia, sino también del resto de los aspectos que hay detrás. De la ciencia como actividad humana. Creo que eso es lo que me llevo del congreso: recordar que a la ciencia la hacen personas, estudiantes e investigadores de todo el mundo, inmersos en nuestros propios problemas, nuestras economías, políticas y pesares. La ciencia como proceso y como actividad humana. ¿De qué depende que funcione (o no)?

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Acerca del autor

Alicia Mastretta Yanes es Bióloga egresada de la UNAM y actualmente cursa su doctorado en la University of East Anglia, Inglaterra. Su proyecto de doctorado explora la relación entre las características físicas del paisaje y la distribución de la diversidad genética en plantas de alta montaña de México.

Las propuestas de los candidatos en las áreas de Ciencia y Tecnología

La agenda ciudadana de noticias (www.join.com.mx) ha compilado la siguiente infografía en la que se describen las propuestas de los candidatos a la presidencia de nuestro país en las áreas de ciencia y tecnología. Tómate unos minutos para comparar lo cada uno de ellos propone en estos campos. Estaremos añadiendo más información relacionada para ayudarte a realizar un voto informado. También te exhortamos a consultar otras fuentes fidedignas que te ayuden a tomar tu decisión.

 

Propuestas Candidatos a la Presidencia - Ciencia y Tecnología

 

Fuentes:

Consejo Nacional para la Ciencia y la Tecnologia (CONaCyT)

Foro Económico Mundial

Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)

Secretaría de Economía

Páginas oficiales de los candidatos: http://www.amlo.org.mx/ http://www.enriquepenanieto.com/http://www.nuevaalianza.mx/ http://www.josefina.mx/

Diáspora Científica Mexicana: ¿Desgracia u Oportunidad?

Colaboración del Dr. Ray Sánchez Pescador

Durante la última reunión de la Academia Mexicana de Ciencia en la ciudad de México se llevó a cabo una mesa redonda para discutir la diáspora de doctorados mexicanos a posiciones de estudio y empleo fuera del país. La mesa redonda fue dirigida por tres científicos que actualmente residen en los Estados Unidos, los doctores Luis Orozco, Pablo Meyer Rojas y Ray Sánchez-Pescador. El objetivo fue discutir el problema de la diáspora de doctores mexicanos y elaborar si debieran existir más oportunidades para facilitar el retorno de estos a México. Después de hacer una encuesta informal, los ponentes descubrieron que una buena proporción de doctores mexicanos en el extranjero intentan o planean regresar a México. Desafortunadamente, su retorno ha sido impedido por una falta de plazas en academia y en la industria. Y cuando las plazas existen, hay un aparente desinterés en contratar a candidatos que han pasado una temporada en el extranjero, favoreciendo a los candidatos locales y pasando por alto la experiencia adquirida en el extranjero que podría ser importada al país.

Como consecuencia, antes de elaborar estrategias de posible repatriación, la mesa discutió datos generados por diferentes organizaciones gubernamentales para analizar la situación actual con más detalle.

Hace aproximadamente cuarenta años, el gobierno mexicano decidió estimular la creación de programas para incrementar el número de programas de doctorado en el país. Desafortunadamente, ésta decisión no vino acompañada de un plan para proveer a los nuevos graduados con un método (empleos) que convierta la inversión en educación en productividad nacional. Actualmente el país genera aproximadamente 3,000 nuevos doctores cada año. Una vez graduados, estos doctores inevitablemente necesitan encontrar trabajo ya sea en la academia o en la industria mexicana. Los últimos datos de CONACYT y del SNI indican que el número de plazas en la academia ha ido disminuyendo, por lo que es imposible que universidades puedan asimilar a todos los nuevos graduados en la estructura actual. Esta situación en la academia se acentúa cuando se descubre que al mismo tiempo que se generan menos plazas para nuevos candidatos, las plazas ocupadas por directivos y administradores no se están desocupando con la misma frecuencia que antes. Esto aparentemente se debe a que la comunidad académica en posiciones de alto rango continúa trabajando, y consecuentemente se mantiene ocupando plazas hasta edades muy avanzadas, retrasando su jubilación. Parece lógico pensar entonces que el número de plazas académicas disponibles para los nuevos doctores continuará disminuyendo.

Es importante hacer notar que la situación que se presenta aquí no es exclusiva de México. Más y más universidades en países desarrollados se encuentran reduciendo presupuestos y programas académicos resultando en menos oportunidades de empleo para sus nuevos graduados.

 

Al mismo tiempo, CONACYT reporta que la industria, la otra opción de empleo para los nuevos doctores, frecuentemente tiene plazas disponibles pero la mayoría de estas plazas son para candidatos con maestría y no doctorado. Juntas, las dos opciones de empleo disponibles apuntan a un futuro incierto para los egresados de programas de doctorado. Como consecuencia, esta escasez de empleo reduce grandemente la posibilidad de que mexicanos en el extranjero tengan la opción de encontrar trabajo en México y poder contribuir con sus conocimientos adquiridos durante su estancia fuera del país a problemas mexicanos.

A pesar de este ambiente aparentemente negativo para la comunidad estudiantil, la mesa estresó la necesidad de que el país debe continuar creando recursos humanos con educación avanzada, pues son ellos mismos los que permitirán a México avanzar política y económicamente y competir en el mercado global.

Sin embargo, si las instituciones académicas mexicanas o la industria nacional no pueden asimilar a los nuevos graduados, es imperativo que estos mismos no dependan o esperen que el gobierno les dé empleo ya que la situación económica limita la habilidad de gobiernos e industrias nacionales de crear nuevas plazas. Los nuevos graduados necesitarán crear sus propias oportunidades de empleo que les permitan contribuir sus conocimientos para el bien del país. Estrategias pueden incluir, por ejemplo, convencer a la industria nacional del valor que doctorados pueden aportar (más allá de lo que puede contribuir un maestro), o mediante la creación de asociaciones o pequeñas empresas, posiblemente incluyendo colaboraciones con mexicanos en el extranjero, para desarrollar nuevos productos para el mercado mexicano. La creación de nuevas empresas generará nuevas oportunidades para investigación básica, ofreciendo más plazas para individuos con educación avanzada.

Acerca del Autor

Dr. Ray Sánchez Pescador, es esgresado del programa de doctorado en Ciencias Biomédicas de la UNAM. Despues de realizar una serie de postdocs en Estados Unidos, ha trabajado para empresas como Quiron ó Genetech coordinando proyectos para desarrollar e introducir al mercado biofármacos contra diversas enfermedades humanas. Actualmente, el Sr. Sánchez-Pescador dirige una empresa dedicada a vender software para electronic medical récords usado para el manejo de datos en hospitales y clínicas médicas.

En Más Ciencia por México nos interesa conocer tu opinión. ¡Compártela con nosotros en los comentarios!

 

La ciencia en el nuevo paradigma económico: entre la oportunidad y el riesgo

Las últimas décadas del siglo XX y las primeras del XXI representan un periodo de profundas transformaciones a nivel global. La creciente interconexión de las economías y los procesos culturales, a través de las tecnologías de la comunicación y la información, está modificando activa y permanentemente la estructura de los procesos e intercambios sociales. De la existencia de sistemas socioeconómicos nacionales, culturalmente diferenciados y que responden a dinámicas propias, con un grado limitado de interacción internacional, hemos pasado al afianzamiento de un sistema global, que comienza a generar un sistema socioeconómico que opera en la misma escala, con una creciente homogeneización cultural. Este cambio trae consigo una reformulación de las relaciones entre la ciencia, la tecnología, la economía y la sociedad. A lo largo de este breve ensayo buscaré describir la forma en la cual éstas se reconfiguran a partir de la transición que aquí he mencionado.

En primer lugar, es de utilidad describir brevemente y de forma general cómo es que la transformación global que he mencionado está ocurriendo. En ello, desempeña un papel central el desarrollo tecnológico. Sin entrar en particularidades, baste decir que las tecnologías de la información y la comunicación son el eje en torno del cual las transformaciones se agrupan. Por ejemplo: la economía global hoy funciona en tiempo real, con mercados financieros, cadenas productivas y dinámicas de consumo que se retroalimentan y operan de forma coordinada. Casos similares pueden observarse en la política o la cultura, pero por ahora, enfocarnos en el sistema económico será útil para comprender la importancia del desarrollo de la ciencia y la tecnología actualmente.

La transformación del sistema productivo es un cambio decisivo en la estructura de cualquier sociedad. En este caso, detrás de la utilización de la economía, aparece otro elemento que para efectos de este ensayo (e igualmente para la estructura de la sociedad) es de vital importancia: la aparición del conocimiento como un medio de producción económica.

El conocimiento como un medio de producción económica

Con ello, quiero decir que la producción de conocimiento, de forma organizada (laboratorios, institutos, universidades y empresas) es una forma en la cual la economía genera beneficios y crecimiento. No sólo ello: el conocimiento es la forma hegemónica de producción económica. Esto no quiere decir que el sector industrial desaparezca, ni tampoco que reduzca su tamaño, sino que el conocimiento genera mayor valor agregado que los bienes industriales.

Las economías más dinámicas y competitivas del mundo fundamentan gran parte de su crecimiento en la producción de conocimiento. Esto coloca al sistema de la investigación científica en un rol privilegiado, que trae consigo la profundización de viejas dinámicas y la aparición de nuevas en cuanto a su funcionamiento estructural. A la vez, conlleva una serie de riesgos, que bien pueden ser espacios de oportunidad de dimensiones desconocidas, o procesos que amenazan la estabilidad del sistema global. En el centro de esta paradoja, el sistema de la investigación científica ve sus relaciones con la economía y la sociedad reformuladas, a la vez que la dinámica interna de su funcionamiento es transformada. Sobre la parte económica, he mencionado brevemente su importancia (como ha abordado mi colega Fabián Flores-Jasso). Antes de pasar a la relación con la estructura social en su totalidad, me gustaría abordar de forma igualmente sucinta un par de reflexiones en torno de la estructura del sistema científico en sí.

En primer lugar, ya hemos mencionado que el conocimiento es un medio de producción. Esto no parecería novedoso a primera vista. Es decir, sobra comentar que en todo desarrollo histórico en el campo de la producción, ha debido generarse un conocimiento en torno del mismo. Dicho conocimiento puede ser uno de carácter teórico, o bien práctico. Por decirlo en términos simples y breves: puede ser ciencia o tecnología lo que está detrás de los adelantos en la producción. La diferencia radical hoy consiste, como menciona el sociólogo español Manuel Castells(1), en que el conocimiento producido se utiliza en la generación de nuevo conocimiento. Esto, aunado a las capacidades tecnológicas de acumulación y procesamiento de datos, crea la posibilidad de que este desarrollo se de manera mucho más veloz, sumándose de manera casi inmediata el conocimiento recién adquirido con uno que se está desarrollando, catalizado por la promesa de beneficios económicos y mayores presupuestos para la investigación.

Clonación de embrión animal

En segundo lugar, la existencia de las ya mencionadas tecnologías de la información y la comunicación, permite, por un lado, una constante y profunda retroalimentación entre comunidades e individuos que forman parte del sistema de la investigación científica. Por otra parte, la convergencia de estas tecnologías con la genética o la biología revoluciona la forma de realizar investigación y los alcances de la misma. Resta ver hasta dónde esta convergencia científico-tecnológica podrá ocurrir y qué clase de desarrollos surgirán de ella. Además de ello, son espacios como este en el que hoy escribo, privilegiados para mostrar de forma tangible la afirmación antes expresada.

Cabe en este momento, a forma de conclusión de este pequeño ensayo, mencionar una de las formas en las cuales la ciencia se relaciona de forma más directa con la sociedad: el riesgo. Riesgo es, de acuerdo al sociólogo alemán Ulrich Beck (2), una situación de auto-amenaza civilizatoria, generada por el desarrollo pleno de los medios de producción propios de la modernidad. El ejemplo más concreto de ello es el cambio climático. Ahí, la producción industrial trajo consigo niveles elevados de contaminación, accidentes fatales como los ocurridos en Bhopal, India y Fukushima, Japón, o la destrucción absoluta de ecosistemas milenarios, como está sucediendo hoy en el Amazonas. Esto, además, trajo consigo un problema fundamental para la ciencia. Confrontada por la aplicación industrial de sus descubrimientos, se ha visto crecientemente interesada –y hasta cierto punto forzada- a abordarse como un problema de estudio. Es decir, la ciencia busca responder a la pregunta: ¿cómo podemos contrarrestar o detener los problemas generados por el desarrollo de nuestros postulados?; la respuesta no ha llegado. Un halo de incertidumbre se apodera de la ciencia cuando su labor es predecir, controlar y limitar riesgos intrínsecos al desarrollo económico que sobre de ella se monta.

Imagen haciendo alusión a la modificación genética de alimentos

Los nuevos desarrollos científicos, en los campos que actúan sobre la información del código de la vida, como la genética, no están exentos de esta polémica, que introduce al sistema de la investigación científica ya no únicamente al campo de la economía, sino de la discusión política, ética y social. Si bien en campos como, por ejemplo, la modificación genética de alimentos, no existen pruebas concluyentes sobre su carácter perjudicial para el consumo humano, ello no implica que la ciencia pueda dar una respuesta plenamente satisfactoria en el sentido contrario. Ello, además, no implica únicamente que la respuesta deba darse en un sistema científico cerrado, sino que debe contar con una validación política y social para ser tomada como cierta.

La ciencia se coloca así en un lugar de oportunidades sin par, al ser la punta de lanza del desarrollo de las sociedades humanas, que ingresan a una era global. Sin embargo, las cosas distan de ser simples. Los riesgos inherentes al desarrollo económico, que se encuentra ligado por completo al sistema de la investigación científica, constituyen un reto mayúsculo para éste. Como una idea que necesita mayor desarrollo, es necesario considerar la importancia de la transdisciplinariedad y del enriquecimiento que las ciencias sociales y exactas pueden obtener del intercambio frontal de ideas como vías para responder las preguntas más relevantes que vinculan a la sociedad con la ciencia hoy(3).

Acerca del autor:

Julio Alejandro De Coss Corzo, es licenciado en Relaciones Internacionales por la FCPyS, UNAM. Diploma en Filosofía y Comunicación por la FES-Acatlán, UNAM. Funcionario federal en la Secretaría de Energía.

1) Castells, Manuel; La era de la información: economía, sociedad y cultura. Ed. Siglo XXI, México, 1999, cap. 1. 2) Beck, Ulrich; La sociedad del riego global. Ed. Siglo XXI, México, 2006, p. 1-73. 3) Para mayores referencias sobre los temas abordados aquí, recomiendo los dos libros que cito, el de Castells y el de Beck. Con relación a la gran transformación acontecida de la mano de las tecnologías de la información y la comunicación, sugiero leer “Historia de la sociedad de la información”, de Armand Mattelart, publicado por la editorial Paidós en 2002.

Por qué hacemos divulgación de la ciencia

Hoy quiero hablar un poco acerca de la motivación que nos impulsa a crear y mantener este espacio. Quiero explicar por qué, como científicos en formación, escribimos sobre ciencia. Te invito a imaginarte brevemente del otro lado de la cerca, a visitar el mundo científico. De este lado, en donde pasamos mucho de nuestro tiempo los científicos, se nos enseña cómo generar conocimiento fidedigno y reproducible. La mayoría de nosotros, no solo como científicos, sino como seres humanos, tenemos un interés natural, casi innato, en entender y descubrir cómo funcionan las cosas, además de un instinto creativo que nos insta a romper fronteras intelectuales y/o físicas. Observamos nuestro entorno, pensamos en una explicación para un fenómeno natural o una solución a un problema, e ideamos una manera de probar nuestra idea. Procedemos a probar nuestra idea o a corroborar nuestra observación, y nos aseguramos de anotar los detalles para que otro pueda repetir nuestros experimentos y confirmar por sí mismo nuestro descubrimiento. Una vez que estamos satisfechos con la rigurosidad de estos experimentos decidimos publicar nuestros hallazgos. Escribimos un artículo científico describiendo detalladamente lo que encontramos, cómo lo encontramos y porqué es importante. Lo enviamos a otros científicos para que revisen nuestra estrategia, la critiquen y la mejoren. Una vez que nos dan su aprobación, el artículo es publicado en una revista científica. Sin embargo, este artículo generalmente esta plagado de lenguaje científico que lo hace difícil de comprender para la sociedad en general.

Afortunadamente, tenemos profesionales comprometidos, generalmente periodistas, que permiten sacar a luz estos descubrimientos. Sin embargo, pocas veces existe un diálogo directo con aquel que se dedica a crear conocimiento, con el testigo, con el científico. Personalmente, considero esto una enorme pérdida. ¿Por qué? Porque creo firmemente que la mayoría de la gente debe tener acceso a esta información, en primer lugar porque es fascinante, una pasión intelectual contagiosa; y en segundo lugar porque, en muchos casos, muchos más de lo que crees, afecta tu vida de manera directa. Los resultados del uso de la ciencia para nuestro beneficio son tangibles e inundan todos los aspectos de nuestra vida. Tal vez no lo notas, pero si estas leyendo estas líneas es porque tienes acceso a una computadora, que funciona no con magia, sino aprovechando leyes naturales que descubrimos a través de la ciencia. Lo mismo pasa con tu teléfono celular, tu tele, el internet, tu coche, tu estufa y también es lo que hace que tu casa no se te caiga encima. El descubrimiento del método científico es lo que nos ha permitido crecer y mejorar el nivel de vida de la sociedad en general, que bien si aún no es accesible aún a toda la población del planeta, sigue aumentando lentamente.

Muchos descubrimientos científicos pueden parecer ajenos o irrelevantes, sin embargo, hay áreas de la ciencia actual que pronto te afectarán directamente. Por ejemplo, ¿has visto la película Gattaca? En ella se describe una era en la que todo mundo tiene acceso a la información genética de los demás, tan solo con obtener un cabello o algunas células de la piel de esa persona (cada día pierdes entre 10 y 100 cabellos (1), y aproximadamente 1,490 células por cada milímetro cuadrado de piel (2)). En esta sociedad futurista, se selecciona la ocupación y futuro de sus ciudadanos en base a esta información genética. Es una película de ciencia ficción, sin embargo, como ya te hemos mostrado en otros posts, los avances en las tecnologías para secuenciar (leer) nuestra información genética están creciendo a pasos agigantados. El futuro nos está alcanzando. ¿Y a mí en qué me afecta que cualquiera pueda adquirir mi información genética?, te preguntarás. Pues supongamos que una compañía de seguros la consigue y se rehúsa a asegurarte porque tienes una alta posibilidad de padecer cierta enfermedad (cáncer, Alzheimer, diabetes), ya que es probable que estés enfermo por varios años, representando una pérdida para la compañía. O no te contrata por una razón similar. Por otro lado, puede ser que en un futuro tu médico utilice esta información genética para decidir que terapia personalizada utilizar para atacar el cáncer que te aqueja, incrementando así tus posibilidades de sobrevivir a esta terrible enfermedad. Esto aún no es una realidad, pero saber de estos avances nos permite comenzar a pensar estrategias para aplicar estos conocimientos y tener en mente sus consecuencias en ámbitos políticos, económicos, sociales, legales, etc.

Por eso, como científica en formación, siento la responsabilidad civil de informarte acerca de lo que esta pasando de este lado de la cerca. Para que pienses en ello y te asombres, sueñes y, de ser necesario, pienses en el impacto que tendrá en tu vida y en nuestra sociedad. Si eres político, en cómo legislarlo de forma responsable, ética y moral. Si eres médico, en cómo se podrá implementar en tu práctica para mejorar e incrementar el éxito de tus tratamientos. Si eres maestro, en cómo enseñarlo a tus alumnos. Si eres empresario, en cómo producirlo para hacer llegar sus beneficios a la población. Si eres padre o madre de familia, en cómo explicárselo a tus hijos. Puede representar enormes avances pero, como toda herramienta, también puede representar riesgos si es usada de forma irresponsable, riesgos que podemos evitar al conocer las implicaciones de estos descubrimientos. Debemos comprenderlos y aplicarlos de manera informada. Y es difícil hacer esto si esta información no es accesible y esta plagada de lenguaje científico ininteligible. Es tu derecho como ciudadano y nuestra obligación civil como científicos, contribuir y fomentar espacios como este. Y si no logramos nuestro objetivo con un post, estamos aquí para ayudarte a entender que es lo que nosotros y otros científicos, estamos haciendo.

Y por eso, mi estimado lector, es que existe la sección de divulgación de este blog.

Acerca del autor: Selene Fernández Valverde es egresada de la UNAM y actualmente realiza un doctorado en bioinformática en el Instituto para las Biociencias Moleculares de la Universidad de Queensland, Australia.

(1) Wasko et al. Standardizing the 60-Second Hair Count. Archives of Dermatology (2008) vol. 144 (6) pp. 759 (2) Weinstein et al. Cell Proliferation in Normal Epidermis. Journal of Investigative Dermatology (1984) vol. 82 (6) pp. 623