Cómo ser un hobbit que vence al mal (y no morir en el intento)

Imagen tomada (posteriormente recortada) de Pinterest. Como si fuéramos Bilbo Bolsón, imaginemos que nos hallamos en un viaje inesperado. Para medir 127 modestos centímetros, somos medianamente altos entre los de nuestro tipo; el valiente Thorin es una cabeza más alto que nosotros, pero Gandalf es una torre junto a cada uno de los integrantes de nuestro enano grupo, con sus 180 centímetros. ¿Cómo es que, con nuestra pequeña estatura, vamos a derrotar a los trolls, duendes y cualquier otra criatura que se cruce nuestro camino?

Dos científicos del mundo que no fue creado por J. R. R. Tolkien dieron a conocer las razones fisiológicas por las que fuimos capaces de vencer a los villanos. ¿Que cuáles son? Ahí va una pista: además de la evidente diferencia entre los tamaños y el lenguaje de un Hobbit y un Troll, ¿qué otra les viene a la mente? Si lo que pensaron fue en el momento del día en el que ellos andan vagando por ahí, atinaron a la respuesta. Los Trolls no pueden ver la luz del día, pues de otra manera se convierten en piedra.

La vitamina D se sintetiza en la piel cuando hay una adecuada exposición a la luz ultravioleta, aunque también se puede encontrar en ciertos alimentos como el queso, la yema del huevo o el aceite de pescado. Vivir en oscuras cuevas y tener una dieta basada en carne humana lleva, entonces, a la deficiencia de esta vitamina, causando a su vez debilidad en el músculo esquelético –el que nos permite andar por la comarca, tomar nuestra pipa para fumar, o ser hábiles para caminar silenciosamente por el bosque. Estos dos investigadores del Imperial College de Londres, Inglaterra, hipotetizaron que la deficiencia de vitamina D contribuyó de manera significativa para que el bien triunfara sobre el mal en nuestra travesía. Para esto, recabaron todos los datos mencionados en El Hobbit sobre los hábitos alimenticios, las características morales y la destreza marcial de diferentes habitantes de la Tierra Media, como Gollum, los duendes, los trolls, el dragón Smaug, los humanos, los enanos y los hobbits, entre otros. Los personajes buenos y victoriosos fueron calificados en escalas binarias, y el consumo dietético y la exposición habitual al Sol fue utilizado para calcular la vitamina D (calculada en un rango del 0 al 4). Nosotros, los hobbits, disfrutamos fumar de nuestra pipa en nuestro soleado jardín y tenemos una dieta marcadamente diversa (no por nada los enanos la pasaron tan bien el día que fueron reunidos en mi casa por obra de Gandalf). Gracias a esto, tenemos una calificación de 4 en la escala de vitamina D. Los humanos de la historia de Tolkien comparten con nosotros el mismo valor, mientras que los enanos tienen un 3 en vitamina D. Por el contrario, la adversidad que sienten por la luz y la pobre dieta de Gollum o el dragón Smaug, hicieron que recibieran un 1 y un 0 en la misma tabla, respectivamente.

Mientras que estos resultados preliminares dan sustento a la hipótesis inicial, los autores aseguran que se necesita más evidencia para saber si esto es cierto para todos los personajes de la historia fantástica de Tolkien, y para otras situaciones fantásticas. Por lo pronto, esperamos que esta no sea la última vez que ustedes se pongan el disfraz de Bilbo Bolsón y que se sigan hallando en medio de aventuras inesperadas que hagan valer cada momento. Bibliografía: Artículo original en Medical Journal of Australia | Nota fuente en Science | Nota en el blog de Historias Cienciacionales