El reto cero

La conversación seguía el formato de costumbre. ¿Cómo te llamas, de dónde eres, en qué universidad estás haciendo tu doctorado? ¿De qué se trata tu proyecto? Luego una responde a lo mismo. Cómo me llamo, de dónde soy, en qué universidad estoy haciendo mi doctorado. De qué se trata mi proyecto.

Éramos un grupo de estudiantes de doctorado congregados para tomar un curso. Hace tiempo que me resigné al formato. Así empezaban, como sacadas de un ejercicio para aprender inglés, las conversaciones para romper el hielo. Pero alguien soltó al aire una pregunta que hoy, casi un mes después, me sigue invitando a divagar: ¿qué tanto de tu proyecto de investigación podrías hacer desde cero?

¿Qué tanta de tu ciencia podrías hacer desde cero?

Es decir, imaginen que por el motivo fantasioso de su preferencia de repente están en un planeta Tierra con todas las mismas condiciones ambientales, la misma historia física y biológica con la excepción de que no hay rastro alguno, ni siquiera ruinas de ningún tipo, de nuestra especie ni de ninguna otra civilización. Imaginen que el reto no es hacerse de comida y refugio para sobrevivir, sino tener que reproducir lo que sea que estén haciendo en sus proyectos de final de semestre, o tesis de licenciatura, maestría o doctorado, pero… desde cero: sólo con la información presente en este instante en sus memorias. No hay ni bibliotecas, ni libros, ni apuntes de la universidad, ni de la prepa, ni computadoras, ni Wikipedia, ni servidores, ni journals, ni manuales, ni papel, ni lápiz, ni equipo de laboratorio, ni edificios, ni herramientas, ni equipo. Cero. La única concesión que doy es que podría haber otras manos (mas no mentes) dispuestas a ayudar y tiempo, bastante tiempo.

Bajo esta situación hipotética, ¿qué tanta de nuestra investigación, de nuestra ciencia podríamos hacer? ¿Qué no? ¿De qué tienen una vaga idea como para poderlo reinventar? Los invito a responder en los comentarios del blog o de facebook. No tienen que ser tan extensos como el ejemplo de abajo, un comentario corto basta. O no comenten, pero hagan, sí hagan el reto cero. Prometo que divierte imaginarse en esa soledad.

Ejemplo de mi caso. Para empezar, ignorancia la mía: la verdad es que no sé cómo hacer una computadora. Punto, pierdo ahí. En el campo me defiendo: sabría llegar a mis montañas (si me ponen en el continente correcto y me dan una vida larga, ja) y sobrevivir en el campo (tal vez). Sin un vehículo, y dado que no habría caminos, sería una expedición que me tomaría años, como esos primeros viajes botánicos que no me tocó vivir. Podría identificar a mis especies y recuerdo suficiente de su sistemática como para reescribir las claves de identificación y buena parte de su filogenia. La teoría de lo que hago la tengo bastante clara, y podría reescribir, con terribles faltas pero con decencia, mucho sobre evolución, filogeografía y genética de poblaciones, pero no podría reproducir los algoritmos de la mayoría de los programas de cómputo que ocupo. Iba a comentar ahora sobre el papel, creo que conozco el proceso para fabricarlo, pero no sé si lograría fabricar las herramientas. Mejor vamos al laboratorio para enfocar esto más en el lado de los métodos moleculares de mi proyecto.

El primer paso de lo que yo hago implica una extracción de ADN. Para ello se necesitan básicamente dos sustancias: detergente y alcohol. Ja, ¡sé hacer jabón! necesito grasa e hidróxido de sodio. El método para hacer NaOH que viene a mi memoria es una electrólisis de agua con NaCl… mmmm no es tan trivial eso de hacer un electrodo. Creo recordar el principio básico para producir electricidad… pero necesito un cable de cobre y un imán… de nuevo nada trivial de conseguir, mi metalurgia es bastante limitada. Pero bueno, creo que también hay NaOH en las cenizas de ciertas plantas, en particular de junípero (coincidencia, una de mis especies de estudio es un junípero). ¿Y el alcohol? Bueno, es cuestión de poner algo a fermentar, eso sí podría hacerlo.

Sí, ya sé que estoy lejos de los niveles de pureza que se requieren, y que una extracción casera de ADN no sirve para lo que estoy haciendo, pero vamos a seguir el juego. Correr un gel: es decir hacer una electroforesis. De nuevo el maldito electrodo, bueno vamos al gel en sí. La agarosa viene de cierto tipo de algas… uy, espero que no vivan sólo en las costas de Japón y que otras algas marinas sirvan. Bromuro de etidio, necesito bromuro de etidio. Ah, triste mi química orgánica: sé que el EtBr es un compuesto aromático, sé porqué brilla naranja bajo la luz ultravioleta (no sé cómo producir luz ultravioleta, por cierto), sé porqué es mutágeno y cómo se intercala con las moléculas de ADN, pero admito, no recuerdo con qué reacción producirlo.

Pienso ahora en un PCR. Sé muy bien la teoría de lo que está pasando a nivel molecular, soy buena explicándolo. Puedo recordar perfecto los pasos e ingredientes en el laboratorio. Podría obtener cloruro de magnesio evaporando agua de mar… quizá. La polimerasa sería un gran reto, habría que perfeccionar primero mucha microbiología. Y luego los primers, la verdad es que no me acuerdo cómo hacer primers. Y a todo esto, no he mencionado el plástico y el vidrio que son fundamentales en el laboratorio. No sé cómo hacer plástico (ni extraer petróleo para empezar) y del vidrio sólo me acompaña la romántica idea de que la arena de mar tiene sílice y que necesitaría construir un horno de altas temperaturas.

Voy a detenerme aquí. Una extracción de ADN y un PCR son parte del soporte más elemental de mi trabajo de laboratorio. Ya no llegué a lo que necesitaría para lograr hacer la secuenciación y eso que ni siquiera me detuve a describir lo difícil que sería construir equipo básico, como un refrigerador. Creo que el punto quedó claro: yo y mi ignorancia no podríamos hacer la más básica de mis rutinas si tuviera que empezar de cero. Me tomaría años siquiera acercarme.

No soy una bióloga molecular, ni una química, ni una física, ni una ingeniera. No puedo serlo todo. Estoy haciendo un doctorado en biología evolutiva para entender un poco más los procesos detrás de la diversificación de la biodiversidad en las montañas mexicanas. Mi trabajo recae en mucho de lo que se ha hecho ya. Dependo de poder buscar información para resolver problemas o para seguir un método, de utilizar reactivos y equipos que otros hicieron. Necesito poder entender cómo funcionan, pero no hacerlo todo desde cero ni memorizar cada detalle de cada método.

¿Qué es el conocimiento? ¿Dónde está? Válida la reflexión filosófica. Pero también la práctica. El recuerdo repentino de porqué la educación nos es tan importante, de porqué uno de los grandes pilares de nuestra especie es el que podemos almacenar y transmitir información. Cuán vano sería el reinventar la ciencia cada nueva generación.

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Acerca del autor

Alicia Mastretta Yanes es Bióloga egresada de la UNAM y actualmente cursa su doctorado en la University of East Anglia, Inglaterra. Su proyecto de doctorado explora la relación entre las características físicas del paisaje y la distribución de la diversidad genética en plantas de alta montaña de México.