¿Con cuántos habrá tenido sexo?

No, esta pregunta no es para que usted nos la conteste, querido lector. Es en realidad una pregunta que la araña macho australiana se hace cada que ve a una pareja en potencia.La araña hembra de la especie Argiope keyserlingi tienen dos estructuras comparables a la vagina de las mujeres. Cada una se localiza en cada costado de sus cuerpos. En ellos, los machos depositan su esperma utilizando el equivalente al pene humano. Argiope_keyserlingi

 

Después del encuentro sexual, los machos cortan su órgano y así sellan para siempre el orificio genital femenino. No se preocupe, estimado lector, pues cada macho tiene dos equivalentes del pene. Pero deshacerse de una de sus partes masculinas tiene una desventaja: podrá tener sexo de nuevo si su órgano restante está en el mismo lado que el de la hembra. Es decir, si el macho con un pene en el lado izquierdo encuentra a una hembra con el orificio izquierdo abierto, podrá copular con ella.

Si un macho se le acerca a una hembra que no es compatible de lado o que ya fue “sellada” dos veces, pierde su tiempo y corre el riesgo de que una hembra preñada y hambrienta se lo coma. Ante dicho peligro, los machos tienen un as bajo la manga. El macho utiliza feromonas presentes en la telaraña para detectar cuántas parejas ha tenido una hembra en potencia.

Gracias a esta detección, los machos eligen a aquellas que han tenido menos amantes. Los machos tienden a escoger a una hembra con un solo ex amante entre el 75% y 90% de las veces, comparado con aquellos que se han apareado dos veces. Lamentablemente, su sentido arácnido tiene sus límites. Esta detección no les informa qué orificio está vacío.

Un dato adicional es que cuando a los machos se les coloca con una hembra “virgen”, sólo copulan con ella una vez y reservan su segundo órgano sexual para otra hembra. Esto sugiere que los machos son polígamos, a diferencia de otras especies del mismo género, quienes tienden a quedarse con una pareja.

Bibliografía:

Artículo original | Nota en Science | Imagen | Artículo original en el Blog de Historias Cienciacionales