Efectos del alcohol en nuestro cuerpo

El alcohol en nuestra sociedad es una droga legal y aceptada socialmente. Se consume en momentos de alegría, de tristeza, de victoria y de derrota. Tomamos por todo lo que se nos puede ocurrir y, conociendo el efecto que tiene en nuestro cuerpo, es entendible por qué nos gusta tanto consumir bebidas alcohólicas.

Se ha visto que el consumo de alcohol tiene un patrón en forma de J o de U, es decir, la relación tiene 3 fases: En la primera fase el consumo mínimo de alcohol disminuye el riesgo de morir. En  la segunda, consumiendo mayor cantidad de alcohol el mismo o parecido al de las personas abstemias (que no ingieren alcohol). En la tercera etapa la cantidad de alcohol ingerida por arriba de cierta cantidad, es directamente proporcional al riesgo de morir.

¿Cómo saber si mi consumo es el adecuado?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) toma en cuenta 4 parámetros para definir y clasificar el consumo   de alcohol: cantidad, frecuencia, duración y las consecuencias o daño por el consumo del  mismo. En promedio, se considera como consumo de bajo riesgo cuando el alcohol ingerido es hasta de 2 copas al día y hasta 5 días a la semana.

El Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo (NIAAA) tiene una propuesta diferente, ya que además se aumenta el parámetro de velocidad de consumo y se recomiendan unos parámetros para hombres y otro para mujeres, tomando en cuenta las medidas promedio de peso y estatura para ambos géneros dentro de un mismo rango de edad.

Mujeres: 1 copa por hora, hasta 3 copas por ocasión, hasta 3 veces por semana. Hombres: 1 copa por hora, hasta 4 copas por ocasión, hasta 4 veces por semana.

Las 2 clasificaciones arrojan estimados similares, ingerir bebidas alcohólicas no es malo, mientras se haga con medida.

Por lo tanto, podemos decir que el uso de alcohol por encima de estos parámetros se considera como consumo de riesgo, ya que aumenta la probabilidad de que la persona sufra de consecuencias adversas en él o los demás. Sin embargo, la OMS tiene clasificadas las ocasiones en que el consumir alcohol, por mínimo que sea, equivale a consumo de riesgo, como son:

- Al manejar un automóvil o maquinaria pesada. - Durante el embarazo o la lactancia. - Cuando se toma algún medicamento que pueda interaccionar con el alcohol. - Cuando se tenga alguna condición médica que empeore con el alcohol. - Cuando la persona NO es capaz de controlar el consumo de alcohol.

El consumo perjudicial o abuso se logra al exceder la cantidad y frecuencia de consumo de alcohol y que además ha tenido una duración prolongada o un patrón de consumo y que esto causa un daño que genera signos y síntomas biológicos, psicológicos y sociales.

El alcohol, como cualquier droga adictiva, causa cambios paulatinos en quien lo consume de manera crónica. Las personas comienzan a tener cambios en todas las esferas de su vida, biológicas, psicológicas y sociales. Las personas se adaptan al consumo de alcohol, es decir, cambian sus conductas, pensamientos, emociones y hasta su vida social para que el punto central sea el conseguir, consumir y recuperarse de los efectos del alcohol. Cuando estos cambios producen malestar en la persona y en quienes lo rodean se considera que la persona tiene dependencia al alcohol.

¿Qué produce el alcohol en el cerebro?

El alcohol interactúa con diferentes proteínas en nuestras neuronas,  esta interacción produce cambios en la actividad de diferentes enzimas y reguladores de las neuronas y altera su función normal.

El alcohol interactúa principalmente con 2 receptores en las neuronas que interaccionan  con 2 neurotransmisores, que son los encargados de mandar y modular las diferentes señales entre las neuronas. El primero se llama GABA y es un inhibidor del Sistema Nervioso Central (SNC). Ahí, el alcohol potencia su efecto produciendo, entre otras cosas, la letargia y mala coordinación. El otro neurotransmisor es el glutamato, el cual es un excitador del SNC, y el alcohol en esta ocasión inhibe su trabajo, lo que ocasiona trastornos en la memoria y el aprendizaje, además de los famosos “blackouts” o el olvidar lo que pasó durante el consumo del alcohol.

Sin embargo, el alcohol tiene interacciones con otros neurotransmisores como la dopamina, serototinay en receptores opioidesy nicotínicos, lo que produce un sistema de recompensa al consumir alcohol, y es por eso que factores externos (una persona, un olor, un lugar, etc.) o factores internos (alegría, ira, tristeza, etc.) contribuyan a querer consumir alcohol y a que por la activación de las mismas se experimente sensación de bienestar y relajación por falta de interés momentáneo en los problemas.

Cuando el alcohol se consume de manera crónica, el cuerpo produce cambios adaptativos, lo que produce que cada vez se necesite consumir mayor cantidad de alcohol para obtener los mismos efectos, lo que se conoce como tolerancia.

Son tan radicales los cambios adaptativos hacia el consumo del alcohol, que el cuerpo aprende a  funcionar con niveles altos de éste, e inclusive ayuda a mantener un equilibrio. Por  lo tanto si se suspende el consumo de alcohol de golpe, se sufre el llamado “síndrome de abstinencia al alcohol”. Este puede ir desde irritabilidad hasta convulsiones y alucinaciones. En este caso es necesario acudir inmediatamente al hospital.

Es importante estar conscientes de nuestro consumo de alcohol y reconocer cuando se abuse de él y las causas que nos orillan a hacerlo, ya que es una sustancia psicoactiva que nos aleja de nuestra realidad y en el periodo de intoxicación se puede hacer daño uno mismo y a los demás. También debemos de recordar que el alcohol en las medidas adecuadas evita el riesgo de eventos vasculares coronarios y cerebrales y el abuso nos puede afectar a otros órganos como hígado, estómago o páncreas, entre otras complicaciones. Recuerden… Nada con exceso, todo con medida.

COLABORACIÓN ESPECIAL DE HOMEOSTASIS

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Acerca del autor:

Dr. Manuel Oyosa Alvarez es egresado de la Universidad Anáhuac en la licenciatura de Médico Cirujano. Actualmente comenzará la especialidad de Psiquiatría en el Hospital Español de México.

Ayesta, F.Y. (2002) Bases bioquímicas y neurobiológicas de la adicción al alcohol.  Adicciones , Vol 14, Supl 1

Ducci F, Goldman D (2008) Genetic approaches to addiction: genes and alcohol. Addiction 103:1414–1428