Diáspora Científica Mexicana: ¿Desgracia u Oportunidad?

Colaboración del Dr. Ray Sánchez Pescador

Durante la última reunión de la Academia Mexicana de Ciencia en la ciudad de México se llevó a cabo una mesa redonda para discutir la diáspora de doctorados mexicanos a posiciones de estudio y empleo fuera del país. La mesa redonda fue dirigida por tres científicos que actualmente residen en los Estados Unidos, los doctores Luis Orozco, Pablo Meyer Rojas y Ray Sánchez-Pescador. El objetivo fue discutir el problema de la diáspora de doctores mexicanos y elaborar si debieran existir más oportunidades para facilitar el retorno de estos a México. Después de hacer una encuesta informal, los ponentes descubrieron que una buena proporción de doctores mexicanos en el extranjero intentan o planean regresar a México. Desafortunadamente, su retorno ha sido impedido por una falta de plazas en academia y en la industria. Y cuando las plazas existen, hay un aparente desinterés en contratar a candidatos que han pasado una temporada en el extranjero, favoreciendo a los candidatos locales y pasando por alto la experiencia adquirida en el extranjero que podría ser importada al país.

Como consecuencia, antes de elaborar estrategias de posible repatriación, la mesa discutió datos generados por diferentes organizaciones gubernamentales para analizar la situación actual con más detalle.

Hace aproximadamente cuarenta años, el gobierno mexicano decidió estimular la creación de programas para incrementar el número de programas de doctorado en el país. Desafortunadamente, ésta decisión no vino acompañada de un plan para proveer a los nuevos graduados con un método (empleos) que convierta la inversión en educación en productividad nacional. Actualmente el país genera aproximadamente 3,000 nuevos doctores cada año. Una vez graduados, estos doctores inevitablemente necesitan encontrar trabajo ya sea en la academia o en la industria mexicana. Los últimos datos de CONACYT y del SNI indican que el número de plazas en la academia ha ido disminuyendo, por lo que es imposible que universidades puedan asimilar a todos los nuevos graduados en la estructura actual. Esta situación en la academia se acentúa cuando se descubre que al mismo tiempo que se generan menos plazas para nuevos candidatos, las plazas ocupadas por directivos y administradores no se están desocupando con la misma frecuencia que antes. Esto aparentemente se debe a que la comunidad académica en posiciones de alto rango continúa trabajando, y consecuentemente se mantiene ocupando plazas hasta edades muy avanzadas, retrasando su jubilación. Parece lógico pensar entonces que el número de plazas académicas disponibles para los nuevos doctores continuará disminuyendo.

Es importante hacer notar que la situación que se presenta aquí no es exclusiva de México. Más y más universidades en países desarrollados se encuentran reduciendo presupuestos y programas académicos resultando en menos oportunidades de empleo para sus nuevos graduados.

 

Al mismo tiempo, CONACYT reporta que la industria, la otra opción de empleo para los nuevos doctores, frecuentemente tiene plazas disponibles pero la mayoría de estas plazas son para candidatos con maestría y no doctorado. Juntas, las dos opciones de empleo disponibles apuntan a un futuro incierto para los egresados de programas de doctorado. Como consecuencia, esta escasez de empleo reduce grandemente la posibilidad de que mexicanos en el extranjero tengan la opción de encontrar trabajo en México y poder contribuir con sus conocimientos adquiridos durante su estancia fuera del país a problemas mexicanos.

A pesar de este ambiente aparentemente negativo para la comunidad estudiantil, la mesa estresó la necesidad de que el país debe continuar creando recursos humanos con educación avanzada, pues son ellos mismos los que permitirán a México avanzar política y económicamente y competir en el mercado global.

Sin embargo, si las instituciones académicas mexicanas o la industria nacional no pueden asimilar a los nuevos graduados, es imperativo que estos mismos no dependan o esperen que el gobierno les dé empleo ya que la situación económica limita la habilidad de gobiernos e industrias nacionales de crear nuevas plazas. Los nuevos graduados necesitarán crear sus propias oportunidades de empleo que les permitan contribuir sus conocimientos para el bien del país. Estrategias pueden incluir, por ejemplo, convencer a la industria nacional del valor que doctorados pueden aportar (más allá de lo que puede contribuir un maestro), o mediante la creación de asociaciones o pequeñas empresas, posiblemente incluyendo colaboraciones con mexicanos en el extranjero, para desarrollar nuevos productos para el mercado mexicano. La creación de nuevas empresas generará nuevas oportunidades para investigación básica, ofreciendo más plazas para individuos con educación avanzada.

Acerca del Autor

Dr. Ray Sánchez Pescador, es esgresado del programa de doctorado en Ciencias Biomédicas de la UNAM. Despues de realizar una serie de postdocs en Estados Unidos, ha trabajado para empresas como Quiron ó Genetech coordinando proyectos para desarrollar e introducir al mercado biofármacos contra diversas enfermedades humanas. Actualmente, el Sr. Sánchez-Pescador dirige una empresa dedicada a vender software para electronic medical récords usado para el manejo de datos en hospitales y clínicas médicas.

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