Enfermedades en peligro de extinción

Autor: Ximena Bonilla

Se puede pensar que los objetivos principales de la medicina son tratar y curar enfermedades. Pues bien, prevenirlas es otra de sus metas y, en muchos casos, una aún más importante que el manejo y la cura. Las enfermedades se pueden prevenir de muchas maneras que dependen del patógeno causal, del mecanismo de contagio y diseminación, del periodo latente e infeccioso de una enfermedad, etc. Sin embargo, una de las herramientas más efectivas para la prevención colectiva de enfermedades infecciosas es la vacunación. A inicios del siglo XIX, cuando se comenzaron a utilizar las vacunas a nivel poblacional, la prevención masiva, efectiva, y a largo plazo se volvió una realidad a nivel mundial.

La prevención de enfermedades por medio de la vacunación es un método altamente efectivo en la gran mayoría de los casos, pero aun así, muchas personas se contagian y mueren diariamente en todo el mundo de padecimientos prevenibles por vacunación. Algunas de las causas indirectas de estas muertes son la pobreza, la falta de educación, la falta de cobertura de servicios de salud, y el aislamiento de asentamientos humanos que previenen que los trabajadores sanitarios tengan acceso a los enfermos, entre otras cosas.

Figura 1. Portada de la revista de la OMS de mayo de 1980 donde se reporta la erradicación de la viruela en el mundo. Tomada de: http://www.who.int/csr/disease/smallpox/

Figura 1. Portada de la revista de la OMS de mayo de 1980 donde se reporta la erradicación de la viruela en el mundo. Tomada de: http://www.who.int/csr/disease/smallpox/

Esto puede hacernos pensar que es muy difícil controlar una enfermedad lo suficiente para garantizar que nunca nadie más la sufra. Pues sí, es cierto que es complicado, pero no imposible. Si la enfermedad tiene las características correctas, puede ser erradicada, como sucedió con la viruela. El último caso reportado de una persona infectada naturalmente por el virus fue en 1977 en Somalia, y en 1980 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró a la viruela erradicada (Figura 1).  Esta es la primera y hasta ahora la única enfermedad en ser completamente borrada de la faz de la tierra. Nadie se ha vuelto a enfermar de esta mortal y devastadora enfermedad, que cobraba la vida del 30% de las personas que la contraían y que fue responsable de la muerte de más de 300 millones de personas tan sólo en el siglo XX. La viruela es causada por el virus Variola virus, que se puede transmitir por pequeñas gotitas de saliva emitidas por una persona infectada a una sana al toser o al estar cerca la una de la otra.

La vacunación mundial contra la viruela disminuyó considerablemente los casos y, cuando alguien estaba enfermo (lo cual era fácil de determinar, pues la viruela causaba la aparición de pústulas pequeñas muy características en la cara y el cuerpo de los pacientes), se aislaba a la persona infectada y se vacunaba a todos sus contactos para evitar la transmisión. Al ser el humano la única especie que sirve de reservorio y de vehículo para infección para el virus de la viruela, al evitar que otros individuos se contagiaran, se logró contener la diseminación y reducir dramáticamente los casos, erradicando el virus de la mayor parte del mundo y orillándolo a regiones específicas. La erradicación de la viruela en estas últimas zonas fue muy difícil, porque se encontraban en países pobres, con poca infraestructura de salud, o con guerras y problemas graves de otro tipo. Tomó muchas décadas, mucho dinero, e importantes esfuerzos de individuos, de organismos internacionales y de gobiernos, eliminar la viruela en estas zonas remanentes. Se calcula que la eliminación de esta agresiva y devastadora enfermedad ha salvado la vida de al menos 40 millones de personas desde 1980.

Si a pesar de requerir una gran movilización se logró erradicar a la viruela, ¿por qué no se ha aplicado la misma estrategia a otras enfermedades agresivas para el ser humano? Bueno, porque muchas de las enfermedades no tienen las características necesarias para ser eliminadas. Por ejemplo, la peste bubónica es transmitida por ratas, así que habría que erradicar a las ratas también, no solamente erradicar el patógeno en humanos. La malaria y el dengue son transmitidos por mosquitos, lo cual complica en sobremanera la situación pues, si bien los esfuerzos mundiales para mantener estas enfermedades bajo control y afectando a la menor cantidad posible de individuos han tenido grandes avances, existe una gran diferencia entre lograr disminuir las áreas endémicas de una enfermedad, y la erradicación de la misma. ¿Y en el caso del SIDA? El período de incubación es largo, y los síntomas iniciales de la enfermedad son inespecíficos, por lo que se necesitan realizar pruebas diagnósticas para comprobar si una persona está infectada o no. En el caso de la viruela, la erupción cutánea era tan característica que no se necesitaba una prueba de laboratorio para confirmar que una persona tenía la enfermedad. Finalmente, la existencia de una vacuna contra la viruela, que proveía inmunidad por al menos 5 años con una sola dosis (y evitó así la diseminación de la enfermedad), ayudó a prevenir el contagio de individuos sanos mediante la inmunización preventiva. Tristemente no hay vacunas o tratamientos altamente exitosos en una dosis única de fácil administración y bajo costo para los ejemplos que se han mencionado de dengue, malaria y SIDA.

Los esfuerzos para la erradicación de enfermedades son muy beneficiosos para las comunidades y los países que los realizan, pues propician el crecimiento del sentido de comunidad y del trabajo en equipo y favorecen el establecimiento de  infraestructura y personal especializado en salud pública y manejo de enfermedades.  Por ejemplo, Nigeria utilizó edificios, equipo y personal dedicados a vacunación y tratamiento de polio para el control de un brote de ébola. Sin estos recursos, el brote no se habría controlado y extinguido antes de convertirse en una amenaza para todo el país y, por qué no, el mundo, pues gracias a la globalización y la facilidad de viajar internacionalmente, es cada día más difícil limitar una enfermedad infecciosa a una región geográfica aislada.

Hay algunas enfermedades que a la fecha muestran un gran potencial como  candidatas a la erradicación, pero que aún se resisten a ser eliminadas. Algunos ejemplos son la poliomielitis, la varicela, la dracunculiasis (o enfermedad de la lombriz de Guinea) y el pian, un padecimiento del cual tal vez nunca has oído hablar, pero que podría muy pronto convertirse en compañero de la viruela en la muy corta lista de enfermedades erradicadas. Hablaremos sobre el pian y los esfuerzos de erradicación en la segunda parte de esta entrada del blog.

Referencia de imagen:

La imagen de la viñeta muestra los viriones del virus de la viruela y fue tomada de: Wikimedia Commons. CDC/ Dr. Fred Murphy; Sylvia Whitfield. Smallpox virus virions TEM PHIL 1849.JPG

Editores: Emiliano Cantón, Ximena Bonilla