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La concepción acerca del tiempo y espacio de "Alicia en el país de las maravillas"

conejitoPara cuando Lewis Carroll publicó los dos libros de las aventuras de Alicia, en las matemáticas y la física se debatía la idea de tiempo y espacio. Carroll, cuyo nombre real era Charles Dodgson, era matemático y lógico, y compartía la visión de que la geometría del espacio y tiempo no son universales. Carroll observó que los problemas de temporalidad eran fundamentales para la lógica y para otros mundos. Y es justamente el tiempo el que funciona como gatillo en las aventuras de Alicia. Ejemplo claro de ello es cuando el conejo saca un reloj de su chaqueta y ella lo sigue.

Durante la vida de Carroll, espacio y tiempo comenzaron a ser entendidos como conceptos relacionados. Un año antes de que se publicara "A través del espejo", el físico Hermann von Helmholtz unió muchas de las propuestas en geometría realizadas en las últimas dos décadas, como la posibilidad de que dos líneas paralelas se crucen. Con esto, concibió la idea de que existan seres inteligentes viviendo en planetas aplastados, con cuatro o dos dimensiones.

Carroll no compartía esta visión del mundo de manera profesional, pero dejó que esto empapara la ficción. Así, Alicia se encoje y se hace enorme, es aplastada en la casa del conejo o tiene un cuello más alto que el follaje de los árboles. En un espacio y tiempo alternativo, la forma de su cuerpo no es constante, y la relación con su ambiente es aproximado.

En el segundo libro, Carroll demuestra un entendimiento por cómo tiempo y espacio se pueden arrugar. Alicia se vuelve consciente de que la manera en que concebimos el tiempo no es el único patrón disponible. Por ejemplo, cuando la reina roja se entera que los días ocurren uno a la vez en el país de Alicia, ella menciona que “esa es una mala manera de hacer las cosas. Aquí, la mayoría de las veces tenemos días y noches dos o tres veces al mismo tiempo, y a veces en invierno tomamos hasta cinco noches juntas –tú sabes, para calentarse–“.

El tiempo en las aventuras de Alicia tiene sentido sólo de forma local. Pero las diferentes formas que éste toma no pueden estar juntas porque se resisten a tener una conclusión. Tal vez las diferentes modalidades que tiene el tiempo en estas aventuras explica la atracción de los surrealistas por Alicia, algo que le sucedió a Salvador Dalí.

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Comentario publicado por Gillian Beer en la revistaNature | Nota Original de Historias Cienciacionales | Imagen

El exoplaneta más parecido a la Tierra hasta ahora.

 

 

 

 

 

 

 

A 500 años luz de la Tierra, brilla la estrella Kepler 186, una enana roja de la mitad de la masa del Sol. Para nosotros, ésta sería una más de las millones de enanas rojas de la Vía Láctea si no fuera porque alrededor de ella orbita el planeta más similar a la Tierra descubierto hasta ahora.

El planeta Kepler-186f es el quinto planeta de su sistema solar. Orbita su estrella más o menos a la distancia que hay de Mercurio al Sol, pero puesto que su estrella es menos brillante, no sufre de la temperatura extrema del primer planeta de nuestro sistema solar. Esto sitúa a Kepler-186f en lo que se conoce como la "zona habitable", en la cual podría existir agua líquida, lo cual, como es bien sabido, es un requisito esencial para la existencia de vida.

Además de parecerse a la Tierra en que orbita en la zona habitable de su sistema solar, Kepler-186f tiene casi el mismo tamaño de la Tierra (es sólo 10% más grande). Los astrónomos del Instituto SETI que lo descubrieron, liderados por Elisa Quintana, reconocen que aún es imposible saber su composición. Si fuera rocoso, como nuestro planeta, habría más probabilidades de que albergara vida. Hasta ahora, los astrónomos sólo pueden decir que muy probablemente lo sea, pues los modelos actuales de formación de planetas predicen esa composición.

Conocer la composición del planeta permitiría saber su masa y, por tanto, su gravedad. Con la gravedad adecuada, Kepler-186f podría tener una atmósfera y eso aumentaría las probabilidades de que fuera habitable. Pero hasta no tener esos datos, los astrónomos se mantienen cautos. “Se puede pensar en Kepler-186f como un primo de la Tierra, más que como un gemelo de la Tierra,” comenta Thomas Barclay, uno de los autores del trabajo publicado el viernes pasado en Science, en el comunicado de la NASA; “tiene muchas propiedades que se asemejan a las de la Tierra.”

Bibliografía:

Comunicado de la NASA| Nota de Historias Cienciacionales

Asomémonos a las primeras fracciones de segundo del universo

26marzo El físico teórico Kip Thorne escribía en El futuro del espacio tiempo, obra de 2002: «En algún momento entre 2008 y 2030 se descubrirán ondas gravitacionales procedentes de la singularidad del Big-Bang [y] seguirá una era, que durará hasta 2050, en la que se harán grandes esfuerzos para medir el espectro de las ondas gravitacionales primordiales». Si los datos que hace poco presentaron en una conferencia de prensa John Kovac y sus colegas del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian superan el escrutinio, la era predicha por Kip Thorne comienza en este momento.

El descubrimiento de Kovac y sus colegas ha causado un verdadero revuelo entre la comunidad científica, al grado de que se habla de un Nobel para el equipo responsable. A pesar de que sus resultados no han sido revisados por sus pares (el proceso regular para todo trabajo científico), muchos físicos de numerosas universidades, en entrevistas, responden por la confiabilidad de sus colegas. “Para mí, esto luce realmente, realmente sólido”, dice el cosmólogo Marc Kamionkowski de la Universidad John Hopkins, en entrevista para la revista Nature. “Con una importancia comparable a la de la energía oscura o el descubrimiento de la Radiación de Microondas Cósmica de Fondo; algo que pasa una vez cada varias décadas”. El astrónomo John Carlstrom, de la Universidad de Chicago, declara para la misma revista: “Se tienen que resolver los detalles pero, por lo que sé, es muy probable que esto sea lo que todos estábamos esperando”.

¿De qué se trata exactamente su descubrimiento? Con un detector de microondas llamado BICEP2, situado en la Antártida, el equipo de Harvard ha conseguido por primera vez evidencia de las ondas gravitacionales causadas por los primeros momentos del Big-Bang. Según esta famosa teoría sobre el origen de nuestro universo, antes de que pasara el primer segundo de su existencia, el universo se expandió rápidamente, en un proceso conocido como inflación. De acuerdo con la teoría general de la relatividad de Einstein, esta inflación habría generado ondas gravitacionales que se habrían extendido a lo largo del cosmos. Esas ondas habrían afectado también a la llamada Radiación de Microondas Cósmica de Fondo, que es el residuo de radiación que ha viajado por más o menos 13 mil millones de años (la edad del universo), desde los límites del universo observable hasta nosotros. Cuando en las primeras fracciones de segundo del universo las ondas gravitacionales interactuaron con esa radiación de fondo, las microondas sufrieron un tipo particular de polarización, llamado de modo B. (La polarización de la luz visible, otra onda electromagnética, es un fenómeno de todos los días: lentes de sol, pantallas LCD o el cine en 3D son tecnologías que lo usan). Kovac y su equipo afirman haber encontrado polarización de modo B en la Radiación Cósmica de Fondo, luego de 3 años de recabar y analizar datos del experimento BICEP2.

De confirmarse, sus resultados tendrían muchas implicaciones para la física y probablemente para la concepción que tenemos del universo. Por un lado, son una evidencia de la existencia de ondas gravitacionales, un fenómeno que promete ser de inmensa utilidad para el estudio del universo en el futuro. Por poner un ejemplo, estudiando los neutrinos (un tipo de partículas subatómicas) provenientes del espacio es posible asomarse hasta a un segundo despúes del Big-Bang, no antes. Usando ondas de gravedad, podremos asomarnos a lo que pasó a una billonésima de segundo después del gran estallido (para más precisión, es una fracción de segundo de un punto decimal seguido de 38 ceros y un uno). Por el otro lado, se trata de una confirmación empírica de la hipótesis hasta ahora la más aceptada acerca del origen del cosmos, la famosa teoría del big-bang. Por último, según varios físicos, incluso podría comenzar el acercamiento entre la física cuántica y la gravedad, uno de los matrimonios que aún no se han logrado en la física moderna.

Para darle completa solidez al descubrimiento, se tendrá que comparar con los datos de otros proyectos que también están asomandose a la Radiación Cósmica de Fondo, como el del telescopio espacial Planck, de la Agencia Espacial Europea, o el del Telescopio del Polo Sur (SPT, por sus siglas en inglés), administrado por muchas universidades, y que está situado también en la Antártida, justo al lado del BICEP2. Es de esperar que, una vez pasado el revuelo inicial, con el tiempo las implicaciones de este descubrimiento se vuelvan más claras. Aunque ese Nobel no llegase, el trabajo de Kovac y sus colegas ha inaugurado un renovado interés en el origen del universo que indudablemente rendirá frutos. Así que podemos estar seguros de lo que los científicos de Harvard escriben en el enunciado final del manuscrito de su artículo científico, publicado hace poco en el portal ArXiv: “...una nueva era de cosmología de modo B ha iniciado”.

¿Estamos listos para ella?

Bibliografía:

*Reacción de Andrei Linde, uno de los físicos que predijo este descubrimiento, cuando le informan sobre el descubrimiento: sploid.gizmodo.com/witness-the-joy-of-the-man-who-predicted-todays-big-ba-1545834924 

Nota (en inglés) sobre el descubrimiento en The Guardian| Nota sobre el descubrimiento en Universe Today | Nota de Reuters en español sobre el tema | Uno de los artículos del equipo de Kovac, todavía en borrador| Nota en el blog de Historias Cienciacionales

No es una mota de polvo en la cámara; es tu planeta

luna Eso que parece un pixel muerto en la foto de lado es en realidad la roca que estás pisando en estos momentos. Qué bueno que el autor de esta foto esté en otro planeta: así logró una vista amplia y cupimos todos.

El explorador Curiosity, el robot explorador que más recientemente llegó a Marte, apuntó una de sus cámaras hacia el atardecer, y minutos después tomó por primera vez una fotografía de su planeta de origen. Si Curiosity no fuera un robot, uno caería en la tentación de pensar que se trató de una mirada de nostalgia, como cuando uno mira atrás hacia todo lo que dejó en el pasado, hacia el hogar abandonado o hacia el lugar de nacimiento por largo tiempo olvidado.

Quizá algún día, los primeros humanos en Marte contemplen el atardecer y vean este punto azul brillante en el cielo (acompañado de un punto más pequeño, que es la Luna), pues según se describe en el sitio de la NASA, ambos cuerpos serían visibles a simple vista en el crepúsculo marciano.

Esta foto se tomó el 31 de enero de este año, cuando Marte y Tierra estuvieron a más o menos 160 millones de kilómetros de distancia. El próximo 14 de abril, Marte estará lo más cercano de nosotros en dos años, a unos 92 millones de kilómetros. Tratemos de salir peinados de casa ese día, por si a Curiosity se le ocurre volver a apuntar su cámara a nuestro Terruño.

Bibliografía:

Nota en el blog de Historias Cienciacionales

El mar que cayó del cielo

Alguna vez, mirando el mar, te has preguntado ¿de dónde salió tanta agua? Hace mucho tiempo que los científicos se hacen esta pregunta. Recientemente, un grupo internacional de investigadores, coordinados por el Dr. Paul Hartogh del Instituto Max Planck para la Investigación del Sistema Solar, en Alemania, hicieron un fascinante descubrimiento que refuerza la teoría de que el agua que existe actualmente en nuestro planeta, en realidad vino del espacio exterior (1).

¿Del espacio? ¡Pero cómo! ¿Lluvia cósmica? No exactamente. Lo que los científicos descubrieron es que el agua del cometa jupiteriano Hartley 2 se parece muchísimo a la que tenemos hoy en la Tierra. Esto sugiere que el agua terrestre podría haber llegado aquí transportada por diversos cometas que chocaron con la Tierra hace miles de millones de años. Pero, ¿como obtuvieron los científicos ésta información?

Te explico. Posiblemente recuerdas, de tus clases de química de la secundaria, que una molécula de agua está compuesta por dos átomos de hidrógeno (H) y uno de oxígeno (O), y que por eso se abrevia H2O. Pues resulta que no todos los átomos de hidrógeno son iguales. Un átomo de hidrógeno “común” tiene en su centro (o núcleo) una pieza (o partícula subatómica, como le llaman los científicos) llamada protón, la cual posee carga eléctrica positiva (+). Alrededor de ésta, hay un electrón, el cual tiene una carga eléctrica negativa (-). Ya que en física es verdad eso de que “los opuestos se atraen”, la atracción entre las cargas de estas subpartículas hace que se mantengan cerca una de la otra, formando así un átomo de hidrógeno común.

Ahora bien, en algunos casos, un átomo de hidrógeno puede además tener una pieza “extra” en su núcleo. A esta subpartícula adicional se le denomina neutrón, porque es neutra, es decir, no tiene carga eléctrica alguna. Dado que, independientemente de su carga eléctrica, todas estas subpartículas tienen masa (que se define como la cantidad de materia que posee un cuerpo), éste tipo de hidrógeno se conoce también como “hidrógeno pesado”, puesto que tiene más masa que un átomo de hidrógeno “común”. En contextos más formales, los científicos se refieren a este “hidrógeno pesado” como deuterio.

Bueno, y ¿qué tiene que ver el deuterio con el mar? Pues dado que a casi todos nos gusta el mar, incluidos los científicos, éste ha sido estudiado por mucho tiempo. Gracias a estos estudios sabemos que en los mares de nuestro planeta hay, en promedio, ¡un átomo de deuterio por cada 6,420 átomos de hidrógeno! (2) La cantidad de deuterio sirve como una especie de “huella molecular” que nos permite investigar de dónde proviene el agua en nuestro planeta. Esto, gracias a que la concentración de deuterio, comparada con la de hidrógeno “común”, es diferente en el agua de cada cuerpo cósmico que la contiene, ya sea planeta, asteroide, cometa u otro.

O sea que ¿el agua no siempre estuvo aquí en la Tierra? La respuesta a esta pregunta hasta el momento parece ser no. Lo que se sabe es que, en sus orígenes, la Tierra era muy probablemente un lugar inhóspito, seco y rocoso (3). Por eso los científicos están tratando de averiguar de donde salió toda esta agua, que además de ser muy buena para nadar, es lo que permite que exista vida en la Tierra.

Una de las teorías científicas más aceptadas es que la mayor parte del agua en la Tierra provino de asteroides, puesto que la “huella molecular” del agua en éstos es muy parecida a la de la Tierra. Debido a esta teoría, se pensaba que solo un 10% o menos del agua terrestre llegó aquí “viajando en cometa”. Pero, ¿cómo podemos probar esta teoría? Pues comparando la concentración de deuterio e hidrógeno en el agua de la Tierra con la del agua encontrada en los asteroides y cometas. Esto es exactamente lo que hicieron los científicos del Instituto Max Planck y sus colaboradores. Usando un aparato llamado espectrómetro, en este caso el ubicado en el observatorio espacial Herschel, midieron la proporción de deuterio e hidrógeno en el agua presente en distintos cuerpos celestes, incluyendo cometas y asteroides, y luego compararon cada una de estás “huellas” con la “huella” del agua de la Tierra.

La sorpresa fue que, cuando analizaron el agua encontrada en el cometa Hartley 2, notaron que ¡la concentración de átomos de deuterio e hidrógeno es muy similar a la de la Tierra! Este fue un resultado inesperado, ya que mediciones previas en cometas provenientes de la Nube de Oort, sugerían que esta “huella” era hasta dos veces mayor en este tipo de cometas. Sin embargo, Hartley 2 proviene del cinturón de Kuiper, el cuál esta miles de veces más cerca de nuestro planeta que la Nube de Oort. El hecho de que la “huella molecular” de Hartley 2 se parezca tanto a la de la Tierra, indica que la cantidad de agua que llegó a nuestro planeta a través de choques de cometas es mayor de lo que se pensaba. Debido a la novedad de estos inesperados resultados, la comunidad científica apenas está reacomodando sus ideas con respecto a los orígenes del agua en la tierra.

Así que, la próxima vez que te zambullas en el mar, o incluso cuando te des un regaderazo, recuerda que es muy probable que algunas de las moléculas de agua que te bañan hayan llegado a la Tierra en un cometa o asteroide, viajando a través de la infinidad del espacio.

Para finalizar, quisiera dejarte con la siguiente pregunta: ¿Se te ocurre alguna otra manera de explicar el hecho de que la proporción de deuterio/hidrógeno, o “huella molecular” del agua en la tierra sea tan parecida a la “huella” del agua en el cometa Hartley 2? Anímate a compartir tus ideas en los comentarios.

Acerca del autor: Selene Fernández Valverde es egresada de la UNAM y actualmente realiza un doctorado en bioinformática en el Instituto para las Biociencias Moleculares de la Universidad de Queensland, Australia.

Referencias: (1) Hartogh et al. Ocean-like water in the Jupiter-family comet 103P/Hartley 2. Nature (2011) vol. 478 (7368) pp. 218 (2) Horibe. Deuterium abundance of natural waters. Geochimica et Cosmochimica Acta (1960) vol. 20 (3-4) pp. 273-283 (3) Morbidelli et al. Source regions and timescales for the delivery of water to the Earth. Meteoritics & Planetary Science (2000) vol. 35 (6) pp. 1309-1320