Diversos estudios realizados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) en México, y reportes internacionales de la OCDE, el BID o la UNESCO dan cuenta de la importancia que tienen la educación y las actividades de investigación y desarrollo tecnológico para el avance social y crecimiento económico de un país. Ejemplos no faltan: Alemania y Japón se levantaron fuertes después de la segunda guerra mundial, hasta convertirse en la segunda y tercera potencias mundiales. Los cuatro tigres asiáticos —Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán— se convirtieron en países desarrollados en menos de una generación, entre los 60s y 90s; además, China y Brasil han experimentado una transición acelerada en los últimos años. Israel, Chile, Emiratos Árabes, Qatar y Arabia Saudita también han emprendido ambiciosos proyectos educativos y científicos en los últimos años. Mientras tanto, México ha hecho algunos esfuerzos importantes, pero por mucho insuficientes ante el tamaño del reto que tiene. De acuerdo a datos del propio gobierno, de mantenerse la tendencia actual, México no invertirá el 1% del PIB en Ciencia y Tecnología antes del 2030. En este contexto, sobresalen los siguientes elementos:

I. La imperante necesidad de cambiar la percepción social sobre la importancia de la ciencia y la educación como herramientas fundamentales para la generación de desarrollo y crecimiento económico. Generar una mayor conciencia e interés de la población en general por estas áreas es el primer paso para impulsar el crecimiento de las mismas.

II. La necesidad que tiene México de transitar hacia una economía basada en el conocimiento, en donde la generación, protección y comercialización de conocimientos mediante su integración en productos y servicios, constituye el principal valor agregado y determina la competitividad de las empresas e industrias del país. Además, la explotación comercial de conocimientos derivados de la investigación y desarrollo, abre nuevas oportunidades de empleo, crecimiento social y económico.

III. La carencia de un plan a largo plazo para la retención, repatriación e incorporación de profesionales mexicanos altamente calificados en los sectores académico, público e industrial. Esta carencia fomenta la migración y permanencia en el extranjero de científicos e ingenieros valiosos que, al no establecer vínculos productivos con el país, representan pérdidas millonarias para los sistemas que los formaron y educaron.

 

En Octubre de 2010, un grupo de estudiantes mexicanos de posgrado en instituciones de investigación de excelencia alrededor del mundo, nos propusimos crear una organización que ayudase a México a convertirse en la sociedad moderna, próspera y competitiva que sus ciudadanos tanto anhelamos. Nuestra organización pretende reunir y canalizar la energía creativa de un gran número de individuos talentosos, inteligentes, emprendedores que se preparan profesionalmente cada año dentro y fuera de México. Conformamos una asociación civil con miembros en México y el extranjero y buscamos facilitar la generación de proyectos encaminados a impulsar la ciencia, la tecnología, la innovación y la educación.

Es un momento crítico. Necesitamos más: más participación de la sociedad civil, más organización y más propuestas; y necesitamos hacerlo a un ritmo mucho más rápido que hasta ahora. Podemos hacerlo. Somos un país rico en recursos naturales, y sobre todo, rico en capital humano. El recurso más valioso que tiene un país reside en las mentes y la creatividad de todos sus ciudadanos. La ciencia, la tecnología y la educación son herramientas indispensables en la actualidad, que nos pueden ayudar a generar bienestar y competitividad. El conocimiento es, sin duda, el único camino.