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Estrés y depresión encogen tu cerebro

La semana pasada la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio a conocer que más de 350 millones de personas en el mundo sufren de depresión, lo que equivale a 1 de cada veinte individuos ... un número notable, ¿no es así?

El término depresión, proviene del latín depressio, que significa opresión, o encogimiento. Se describe como un transtorno del estado de ánimo caracterizado por un estado de abatimiento e infelicidad temporal o permanente. Algunos factores estresantes incrementan el riesgo de padecer depresión: el nacimiento de un hijo, crisis de pareja, abuso de sustancias tóxicas (principalmente el alcohol), o la presencia de alguna enfermedad crónica. Además, existe un componente genético, que indica que aquellas personas que tienen un pariente de primer grado con antecedentes clínicos de depresión, tienen un riesgo entre 1.5 y 3 veces mayor de desarrollarla, comparado con el resto de la población.

 

Algunos estudios en animales de laboratorio y personas con depresión habían mostrado que individuos con este transtorno mostraban menor volumen cerebral y menor densidad de neuronas en ciertas regiones del cerebro, aunque no había una evidencia directa de que la depresión fuera responsable de esta situación ni se conocían las alteraciones genéticas que podían estar generando la disminución en la densidad de neuronas. Sin embargo, recientemente, un grupo de investigadores de la Universidad de Yale reportó en Nature Medicine que un interruptor genético, conocido como GATA1, apaga la expresión de varios genes clave en la formación de nuevas conexiones sinápticas en el cerebro, lo que conlleva una pérdida de volumen en la corteza prefrontal del cerebro.

La siguiente pregunta que se hicieron los investigadores fue qué tenían en común esos genes con niveles de expresión disminuidos. El investigador postdoctoral H.J. Kang descubrió que al menos 5 de estos genes eran regulados por un sólo interruptor genético llamado GATA1.Ronald Duman, profesor de psiquiatría, neurobiología y farmacología en Yale, dirigió el proyecto. El objetivo era, en efecto, probar la teoría de que el estrés causa una pérdida en la densidad de conexiones neuronales en humanos. Para ello, estudiaron muestras de tejido cerebral donadas por pacientes con y sin depresión, y buscaron diferencias en los patrones de activación genética. Para su sorpresa, las muestras de los pacientes con depresión mostraban niveles bajos de expresión de genes importantes para la formación de nuevas sinapsis.

Los investigadores indujeron la expresión de GATA1 en ratones, observando que los animales mostraron síntomas depresivos, llevándolos a concluir que GATA1 es importante no sólo para la pérdida de sinapsis, sino también en los cambios cerebrales que acompañan a los síntomas de la depresión.

Una posibilidad es que existan variaciones genéticas comunes cerca del gen GATA1, y que una de éstas, sea la responsable de que algunas personas tengan un riesgo mayor que el resto de la población para desarrollar depresión mayor. Otra pregunta interesante sería sobre la interacción entre el estrés ambiental y posibles cambios epigenéticos en la regulación de GATA1.

Por último, es importante comentar que este descubrimiento abre nuevas posibilidades para el desarrollo de nuevos tratamientos y fármacos anti-depresivos que busquen rescatar las vías celulares que favorecen la formación de nuevas sinapsis en la corteza prefrontal.

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Referencias :

Decreased expression of synapse-related genes and loss of synapses in major depressive disorde. Nat. Med. 2012; 18 (9): 1413-1417. (Detalles técnicos y resultados de la investigación descrita. En inglés)

La depresión es una enfermedad frecuente y las personas que la padecen necesitan apoyo y tratamiento. Organización Mundial de la Salud (Centro de Prensa), octubre 2012.

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Acerca del Autor: Miguel E. Rentería es egresado de la UNAM y actualmente estudia un doctorado en genética y neurociencias en la Universidad de Queensland, Australia.