Vía de recompensa

Descubren gen asociado al consumo excesivo de alcohol

Imagen: Medwerks (Tumblr). En comparación con los europeos o los estadounidenses, quienes respectivamente consumen 13 y 9.8 litros de alcohol puro al año por persona, los latinoamericanos nos vemos más decentes ya que consumimos, en promedio, 5.5 litros. Sin embargo, el consumo nocivo de las bebidas alcohólicas causa cerca de 2.5 millones de muertes por año, y también se encuentra relacionado con problemas sociales y de desarrollo. Comprender las bases biológicas del alcoholismo, por tanto, resulta fundamental para tratar de diseñar nuevas estrategias que puedan controlar esta enfermedad.

El día de ayer, se publicó en la revista Nature una investigación que parece haber encontrado uno de los mecanismos detrás de la adicción al alcohol. El estudio, liderado por un consorcio de científicos provenientes de cinco universidades del Reino Unido, identificó un solo gen que regula el consumo de alcohol y demostró cómo una versión defectuosa del mismo podría estar relacionada con el alcoholismo.

El descubrimiento se logró mediante la introducción aleatoria de mutaciones sutiles en el genoma de ratones de laboratorio. Después se evaluó si su preferencia por el alcohol había cambiado. Así fue como se identificó a Gabrb1, un gen cuya función es fabricar un componente importante de los receptores GABAA en el cerebro. Se descubrió, no sin cierta sorpresa, que aquellos ratones con dos pequeños cambios en la secuencia de este gen preferían las bebidas con 10% de etanol al agua pura. La predilección por el alcohol era tanta, que los ratones llegaban a trabajar por largos periodos de tiempo con el objetivo de obtener como recompensa el suficiente alcohol como para intoxicarse durante una hora.

Los receptores GABA son importantes porque están encargados de responder a los mensajeros químicos inhibidores que llegan a nuestro cerebro con el fin de regular la actividad neuronal. El estudio demostró que los receptores mutantes se activan de manera espontánea aún cuando la molécula que los activa no está presente. Este tipo de cambios fueron particularmente fuertes en el núcleo accumbens, región del cerebro encargada de controlar las emociones de placer y recompensa.

De esta manera, «mientras las señales eléctricas de estos receptores aumentan, también lo hace el deseo de tomar», concluye Quentin Anstee, uno de los autores principales de la investigación. Lo que sigue ahora es repetir el estudio a largo plazo y tratar de identificar si Gabrb1 también está dañado en humanos alcohólicos. Es fundamental recordar que esta enfermedad no se reduce a un solo gen porque el aspecto social juega también un factor de gran importancia.

 

Bibliografía:

Comunicado de la Newcastle University | Artículo original en Nature communications | Cifras acerca del alcoholismo en el mundo (Organización Mundial de la Salud) | Nota en el blog de Historias Cienciacionales